Querido Santa Claus, te escribo a ti un poco desesperado, porque los Reyes Magos no me hacen ningún caso. Cuando al principio le escribí a Melchor -mi preferido- pidiéndole la moto eléctrica, recibí las fábulas completas de Esopo y una caja de lápices de colores. Cambié de rey, y a Gaspar le solicité algo más modesto: una bicicleta con patines;…
Ya han pasado varios meses desde que me dejaste, y sí, ya sé que el premio de la lotería de navidad fue muy suculento, y que podría sacarme de pobre, aunque todavía no se me han secado las lágrimas que sigo derramando, que la concesión de la cátedra de Estética en la universidad llegó con retraso (aunque la acepté igualmente),…
He ido, como acordamos, a casarme contigo en el juzgado, hoy, al mediodía. No ha podido ser. No compareciste. Nadie supo qué pensar. Los demás se interrogaban con la mirada, y algunos intentaban animarme como podían, mientras el asombro y la vergüenza me recorrían de arriba a abajo. Pese a sus intentos, no te me quitabas de la cabeza. Pero…
Mis alumnos saben muy bien cómo levantarme el ánimo. Nadie como ellos, para ofrecerme motivación, cuando tengo el día bajo. Soy bueno dando mis clases. Aunque demasiado blando, si me apuran. Mi excesiva empatía a veces me desborda. Soy tan bueno, que jamás levanto la voz, mi carácter lo asume todo y me llevo los problemas para casa. Pero no…
La niña lloraba desconsolada, y me acerqué a ver qué le ocurría. No decía nada, pero ante mi insistencia, me dirigió la mirada con los ojos muy húmedos y me señaló el árbol que estaba justo enfrente. Miré, pero no vi nada. “Mi gato”, me dijo. “Arriba”. No entendí, al principio. “Se quedó arriba, y no baja”. Comprendí. Decidí ayudarla.…
Me nacieron contra mi parecer a mediados del siglo XX; me oponía a salir, pero un obstetra con fórceps zanjó mi resistencia. Fui un niño enfermizo, por lo que los diversos episodios de fiebre, cuarentenas e incluso dos operaciones graves, marcaron mi infancia. En aquella época, no podía decidir nada: ni la alimentación, ni la vestimenta, ni la diversión, pues…
Mi madre vuelve a consolarme de mi desgracia. Le recuerdo que me han dejado ya demasiadas veces. Replica que nunca son demasiadas, que merezco más. Recapacito un poco. Tal vez tenga razón. Leo de nuevo otra antología de cuento gótico. No puedo evitar enamorarme de la protagonista. Es una mujer fantasma de gran solera. Capto similitudes entre ella y la…
Caín adoraba a Abel, y era correspondido. Sólo amor exhalaban sus obras. Y cuando ofrecía a Dios sus sacrificios, era lo mejor de sus cosechas lo que entregaba al Supremo Hacedor. Éste, en cambio, prefería lo mejor de los rebaños de Abel, cuando hacía lo propio. Caín no entendía el trato de favor hacia su hermano, y ésa era una…
Las voces taladraban sus pensamientos. De continuo, sin descanso. Cada vez más inconexas. Ya no le servían para elaborar largos párrafos de monólogo interior. Pensó acabar de una vez por todas. Cuando todos estaban descansando, en un descuido se acercó a la orilla. Pudo aún ver el patrón convergente que formaban las dos orillas y la belleza cambiante de los…
—¿Me da pan? —¿Acaso tiene hambre? —¿A qué viene esa pregunta? —¿No es, acaso, pertinente? —¿Cree que las personas saciadas le comprarían el género? —¿Y por qué no? —¿Por qué se resiste a servírmelo? —¿Por qué causas lo pide? —¿Es el hambre motivo insuficiente? —¿Tendría dinero para pagarlo? —¿Piensa así de todos sus clientes? —¿Se da cuenta de que no…