EL GATITO EN EL ÁRBOL (MICRORRELATO)

La niña lloraba desconsolada, y me acerqué a ver qué le ocurría. No decía nada, pero ante mi insistencia, me dirigió la mirada con los ojos muy húmedos y me señaló el árbol que estaba justo enfrente. Miré, pero no vi nada. “Mi gato”, me dijo. “Arriba”. No entendí, al principio. “Se quedó arriba, y no baja”. Comprendí. Decidí ayudarla. Aunque nunca fui buen trepador, el árbol tenía fácil el acceso. A mitad de recorrido, no aparecía por ningún lado. Subí más, y fue arriba del todo cuando lo localicé al fin. Pendía de una cuerda que rodeaba su cabeza, y una raja abierta le recorría todo el vientre, por el que se escapaban sus vísceras. Me sobrecogí. Estiré las manos para cogerlo. La delgada rama cedió. Mientras caía, antes de romperme el cuello, llegué a ver que la niña ya no lloraba. Sonreía. Era una sonrisa tierna. Me parece.

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