La noticia de su preñez acentuó mi embarazo. También, mis remordimientos. Todas las precauciones habían resultado inútiles. Todo el mundo se acabaría enterando, y yo no podía permitir dicha situación. Ni por ella, ni por mí. Resolví por tanto llevármela lejos, donde nuestro vínculo creciera para siempre mientras prendía el fruto de nuestro amor. Ella lo aceptó con fiel sumisión.…
Nos amamos de un modo infatigable, violento, abrasador. Es un completo fastidio que nuestro cometido de Vicario de Cristo en la Tierra nos impida demostrarlo, como sería nuestro natural deseo.
Viajé a Alejandría con el único propósito de leer sentado en un café la poesía completa de Kavafis, declamando cada verso en su lengua original y trascendiendo su profundo sentir. Pero una vez allí, nunca supe cómo regresar. Acaso, porque jamás llegué a planteármelo. Acaso, porque ni siquiera pude alcanzar las costas de Ítaca. Acaso, por hallarme ocupado viendo cómo…
La cólera de Aquiles estuvo siempre bien justificada. Enamorado de la apostura elegante de Héctor, no pudo soportar que éste hubiera creído matarle en la figura de Patroclo.
Cuando, tras varias horas de vueltas en la cama (intentándolo todo, forzando el pensamiento hasta el recuerdo más profundo), el lógico matemático logró dormirse, llegó un dinosaurio (no el, sino uno) y se lo comió (era carnívoro, el bicho). Podría decirse que aquello resultó una inesperada tragedia. Con todo, sería de esperar que el dinosaurio objetara con rotundidad la tesis…
—Pero ¿cómo que preñada? (…) Si no me has dejado tocarte aún. (…) ¿Cómo lo sabes? (…) Pero ¿cómo que te lo dijo una luz blanca con alas? ¿Qué bobadas son ésas? (…) Y, si lo sabes, ¿de quién es, a ver? (…) Y… pero… ¿de una paloma? Pero ¿tú te crees que porque yo sólo sea un carpintero me…
Cuando aquella mujer le trajo la maqueta encargada, procedió a examinarla con detalle, durante unos minutos. Fue memorizando cada línea, cada intersección, cada oquedad. Calibró los contrastes, las texturas y cómo la luz incidía en las superficies de los diferentes elementos de que constaba. También el aroma que desprendía jugó un papel importante en su juicio. El silencio del inmueble…
Me volvió a soltar otra perorata de las suyas sobre que no me aguantaba más, y que vivir así no era vivir, y que era mejor que acabara de una vez. O sea, que si la maté fue porque ella me lo pidió, que conste, señor juez. No vayamos a confundir las cosas. Ahora, entre usted y yo, que debía…
Deberías soñar conmigo, querida, como yo sueño contigo. Es injusto que no correspondas a mis deseos. Sufro en exceso por ello. Porque yo pueblo mis noches con tus carreras locas, con tu risa, con tu piel brillante, con tus palabras torpes. Después serán tu ubicuidad, el cimbreado de tu cuerpo alargado y esquivo, tus desapariciones constantes quienes mortifiquen más mis…
Mira, yo, a estas alturas, ya estoy viejo, qué quieres, no me interesa ahora nada de lo que me pides, no me vengas a joder, no me cuentes ahora milongas del pasado, aquello ya se olvidó, sí, en serio te lo digo, toda la cera que hubo ardió enterita, y no hemos estado ni tú ni yo cerca para aprovecharnos,…