Deberías soñar conmigo, querida, como yo sueño contigo. Es injusto que no correspondas a mis deseos. Sufro en exceso por ello. Porque yo pueblo mis noches con tus carreras locas, con tu risa, con tu piel brillante, con tus palabras torpes. Después serán tu ubicuidad, el cimbreado de tu cuerpo alargado y esquivo, tus desapariciones constantes quienes mortifiquen más mis deseos. Mientras, seguro que tú sueñas por tu lado con tu futuro de modelo de alta costura, con tu modisto mariquita y rico y con una casa de ensueño en La Moraleja. Deberías soñar conmigo, como yo… Aunque, bien pensado, mejor no. Sería yo quien no debería soñar contigo. Al menos, una temporada. O, por lo menos, no contigo tan desnuda. En fin, creo que lo mejor sería no soñar contigo. O, mejor, dejar de soñar, sin más