“UN VERDOR TERRIBLE”, DE BENJAMIN LABATUT

Si hay un tema abstruso, del que casi nadie sabe nada, salvo los muy especialistas, que son bien pocos, es el de la Física cuántica. Sabemos que existe, que es la base de muchas de nuestras tecnologías, pero como nadie puede decir nada inteligible sobre ello, lo dejamos en el cajón de lo misterioso. Los aparatos funcionan; no sabemos por qué, pero -nos decimos- ¿qué más da? No podemos saber cómo funciona cada máquina, cada artilugio. Con sabernos las instrucciones de uso, ya vamos bien servidos.

Pues bien, el raro libro del que hoy hablo tiene como telón de fondo la física cuántica. Pero no de cualquier modo, pues no se trata de un manual de esta disciplina. Y si también es cierto que este libro no explica lo que es, sí que aborda los inicios de la misma. Para ello, toma las vicisitudes que ciertos físicos tuvieron para dar con las ecuaciones, los sistemas y los engranajes de una teoría que a todos -incluso a los físicos- se nos antoja ininteligible y pleno de paradojas que pueden con nuestro modo de pensar habitual. No es una obra sobre física cuántica, sino que nos habla de su advenimiento, tomando a sus principales protagonistas (Planck, Bohr, Schrödinger, Heisenberg, De Broglie, Einstein) como personajes de estas páginas. Personajes que actúan, sufren, hablan, discuten, enloquecen, etc. Todo muy raro, sí, pero fascinante.

Si revisamos las reseñas, se habla de novela (no lo tengo tan claro), de texto inclasificable, de “ficción extrañísima” y otras lindezas. Pero ante la pregunta sobre si se puede escribir acerca de algo tan incomprensible y resultar tan estimulante que no se puede parar de leer, debemos responder que sí sin paliativos. Porque estamos hablando de literatura. Y ésta es la que obra el milagro, la proeza.

El creador de esta proeza -pues de tal califico que yo me haya tragado sin rechistar toda la obra, sin apenas pausas- es un chileno oriundo de Holanda, de donde salió con 14 años, que escribe cosas que por lo común admiten mal su encuadre en géneros clásicos, pero que no deja indiferente a nadie. Su nombre, Benjamin Labatut. El título de esta obra, editada por Anagrama en 2020 es Un verdor terrible.

Como hago tantas veces,, atendiendo a ciertas recomendaciones cruzadas, le hice una cata inicial… y ya no pude dejar de leer. Todo comienza con un capítulo titulado “Azul de Prusia”, y ambientado en el XVIII que trata de un pigmento obtenido por error, que acabará relacionándose con el cianuro y con el gas Zyklon de infausto recuerdo en la II Guerra Mundial. Desde ahí hasta 1927, el momento en que el principio de incertidumbre de Heisenberg se establece en los cenáculos de física como una idea aún no refutada, aunque tampoco probada exactamente. Y con unos personajes -los físicos arriba aludidos- alucinados, obsesionados, apasionados, que bordean la locura y que bregan calamidades sin cuento, con la finalidad de hallar lo que buscan. Y que pueblan el texto con sus vicisitudes como si de una novela de capítulos independientes pero entrelazados se tratara, haciendo la lectura absorbente, y permitiendo que los conceptos como entropía, función de onda, multidimensionalidad y otros de parecido porte, se introduzcan en nuestra mente sin que podamos oponer resistencia alguna. Y sin perder el rigor que algo tan resbaladizo requiere para no perder pie. Una proeza, ya digo. Y en apenas 225 páginas. Y con una prosa envolvente, arrastrante, imponente.

Concédanle una oportunidad, les agrade o no el tema. Comprobarán que la vida de estos científicos marcados por la obsesión del saber -y por la rivalidad también, no nos engañemos- fue de todo menos muelle y que nunca como algunos de estos casos fue tan cierto aquello de que «quien algo quiere, algo le cuesta».

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