TODO, POR UNA CARTERA (MICRORRELATO)

¡Qué bárbaro! No lo puedo creer. Total, por una cartera. ¡Qué pija, por Dios! Si ya me parecía a mí que esa pava era nueva en el barrio, pero, claro, no puede uno saberlo todo de todos. Aunque con aquellas pintas, ya me lo tenía que haber olido, porque con el bolso aquel de Chanel…, que pensé que era de imitación, porque siendo tan joven, ¿cómo iba yo a pensar que tendría dinero y posibles para que sus papás le fueran a poner un abogado por tal tontería? Sí, coño, tan sólo una cartera, y más vacía que llena, total, cinco euros y un puto carné azul que no era ni el de identidad, sino de donde estudiaba Derecho, la muy pija, claro, ¿qué iba a estudiar, si no? Ah, y también un listín de teléfonos con una nota cursi del novio, y un huevo de tarjetas, eso sí, que no son mi campo, hay que joderse, que botín tan ridículo no pillaba yo desde hacía meses, y la tía va y me denuncia. Y, claro, los polizontes ¿qué van a hacer, si hay denuncia, pues siguen adelante con los papeles, ya se sabe cómo continúa la cosa, y me ficharon, claro, ¡a mí!, que he atracado a todo el barrio, bueno, a todos los que merecían la pena, claro, que uno es muy legal; y después de ese pasado (en el que no se me había quejado nadie, la verdad, incluso había quien alardeaba de ello, como si fuera yo su atracador particular), va esa pija, y me denuncia. Si es que no hay derecho, coño, con lo que a mí me quieren todos… Ya no hay decencia, no, señor, como antes, ni dignidad. Ahora, a ver con qué cara ando yo por la calle, recién marcado, ya para siempre. Nadie me respetará ya, seguro, si lo sabré yo, que a mi padre le pasó lo mismo, y poco después se murió de la vergüenza, bueno, de eso y de la paliza que le arreó mi madre cuando se enteró de la verdad, que menuda era. Así que, a mí, ¿qué futuro me espera? La muerte, la cárcel, la deshonra, qué sé yo. Y todo por cinco cochinos euros, que no me arreglaron el día siquiera, pero bien arreglado me dejaron.

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