Cumplido el propósito del 2010, formulado ahora hace justamente un año, es natural que un nuevo proyecto cobije las formas que utilizo para expresarme, tanto con la fotografía como con la palabra.

Todo proyecto ha de contener novedades. También, retos. Si no, uno se adocena, y tampoco quiere ser uno una docena, sino sólo ser uno, uno mismo, que no es poco. Este año las novedades son tres.

Por un lado, se reducirá ostensiblemente el número de fotos que aquí se muestren. Serán 52 obras, a razón de una por semana, y tendrán por hilo vertebrador ser obras de creación fotográfica. Entiendo por creación fotográfica, no el retoque y afinado de una toma con miras a su visión por los demás, sino una edición que altere la realidad que fue el origen de dicha imagen y que muestre técnicas más avanzadas de la edición fotográfica. El objetivo, se entenderá con facilidad, es que yo me obligue a practicar dichas técnicas y aprender, aprender, aprender, que es a lo único que podemos aspirar mientras vivimos. Ello no significa que sólo vaya a editar una foto por semana. Seguiré con el ritmo adquirido, que se ajusta bien a mis necesidades y presupuestos temporales, pero no se mostrarán aquí. Los escasos visitantes de este blog podrán seguirme si lo desean en mi página de Flickr, donde subiré una imagen diaria (ése es el propósito; ya se verá en la práctica en qué queda la cosa).

En segundo lugar, no habrá “tema estrella”, como lo hubo este año pasado con el retrato. Lo que sí cambiarán son las formas. Los temas, desgraciada o afortunadamente, seguirán siendo los mismos. Más o menos.

Por último, una cabecera nueva, claro.

Quiero agradecer de nuevo —y por último— a mi escasa parroquia de visitantes su perseverancia y fidelidad, realicen o no comentarios. Vuestra compañía no me resulta imprescindible para mi tarea, pero seguro que este blog no sería igual sin ella y, con seguridad, algo peor.

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