PETICIÓN FINAL

—He acudido a ti pensando que atenderías mi ruego. No lo he hecho antes porque sabía que sería difícil que me perdonaras. Aun con todo, no puedo evitarlo, me es imprescindible tu ayuda. Eres el único que podría entender mi estado. Nadie más puede ponerse en mi lugar. Sólo tú, que pasaste por lo mismo. Entonces recibiste mi ayuda, ¿recuerdas? Es verdad que luego traicioné tu confianza, y te arrebaté lo que más querías. Durante dos años, el espejismo cobró fuerza y yo me creí vencedor. Ella ya se ha ido, como podrás haber imaginado; no hay mucho que explicar, y tampoco me apetece darte detalles. Mi vida era un asco antes de ella, y sin ella es sólo el fósil de un recuerdo, que lacera mi mente a cada latido que me impulsa adelante, sin quererlo. Pero ya no me apetece continuar viviendo. Sólo me resta ya confiar en que atiendas mi petición de auxilio. Apelo a que tu sentido del honor y de la venganza me puedan facilitar el camino que tengo decidido. No tengo valor para hacerlo solo (casi nunca lo tuve para casi nada). Te ruego, pues, que me ayudes en mi deseo y satisfagas de paso tu desquite. Necesito que alguien cortante como tú me dé el corte definitivo. Del modo que prefieras, como tú quieras, con el objeto que esté en tu mano. No te ahorres crueldad, si eso te satisface. Eso sí, no falles, como me sucedió a mí.

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