OTRO DILEMA ÉTICO PARA DEBATIR APASIONADAMENTE

Para plantear el siguiente dilema ético, es preciso enumerar los personajes intervinientes y las circunstancias que van a entrelazarse para urdir la trama.

Por un lado, hay dos familias, muy distintas, que acabarán confluyendo. La una, un matrimonio y dos niños pequeños, tiene como principal actor a un ludópata irredento, a quien su mujer quiere abandonar, llevándose a los pequeños. La otra, la integran tres personas, matrimonio y un niño con una cardiopatía grave, que hace que precise un trasplante; aquí el principal actor es un tirador de élite de la policía.

En el primer escenario, el ludópata va a realizar una última apuesta “segura”, pero al salón donde la va a realizar acaban llegando sus hijos pequeños, y también su mujer, que lo increpará y recriminará su falta de voluntad y palabra. Otras circunstancias, fortuitas, hacen converger lo anterior con un atraco a ese mismo salón, en cuya refriega se va a originar un tiroteo, que hará fracasar el asalto, y convertirá a todos en rehenes del principal atracador. Luego, el policía tirador de élite tendrá a tiro al atracador-secuestrador, pero sólo llega a herirlo, y a continuación una bala rebotada acabará alcanzando a uno de los hijos del ludópata.

El siguiente escenario es el hospital donde el atracador, finalmente reducido será atendido, donde el chico herido llegaría ya cadáver, y donde con anterioridad habría ingresado el hijo del tirador de élite, que tuvo una recaída en su dolencia, lo que hace que precise el trasplante a la mayor brevedad. Se plantea entonces la posibilidad de que el corazón del niño muerto por accidente sirva para salvar la vida del enfermo.

La flagrante injusticia sufrida, el tremendo dolor que siente la familia del niño muerto, mostrada sobre todo en el padre, hace que éste condicione su firma para aceptar la donación de los órganos a que el policía acabe matando al atracador-secuestrador, acabando “el trabajo que tenía que hacer y no terminó”. Es decir, que sólo aceptará firmar el documento que permitirá al trasplante si el atracador herido, el causante de esa muerte, es eliminado a su vez por mano del policía.

Y aquí viene la cuestión ética que se ofrece hoy. Suponiendo que pudiésemos imaginarla, lo que resulta difícil: ¿qué haríamos cada uno de nosotros en esa situación? ¿Accederíamos a convertirnos en asesinos por venganza y así salvar la vida de nuestro hijo desahuciado sin esa solución? ¿O seríamos incapaces de llegar tan lejos por escrúpulos, ética personal, cobardía, etc. y ver cómo nuestro hijo muere en pocos días? Comenten, comenten.

Pd/ Sin que esto quiera parecer un spoiler, éste es el argumento de la película Fatum, de Juan Galiñanes, estrenada hace pocos meses, e interpretada por Luis Tosar, Álex García y Elena Anaya, entre otros

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