Pues hoy ya sí. Oficialmente, el 4 de septiembre de 2023 dejo de pertenecer al cuerpo de Profesores de Educación Secundaria, y paso a la situación de jubilado voluntario, amparándome en la ley que permite esta gozosa maniobra con 60 años recién cumplidos. A partir de hoy, sí será pertinente que se me pregunte eso de “¿qué se siente estando jubilado?”. Hasta el momento, a todos cuantos me han inquirido sobre esa cuestión estos meses de verano, les he tenido que decir: «Y yo qué sé. En estas fechas yo, otros años, estaba de vacaciones». Por no hablar de que aún renqueo de la ciclópea mudanza que me ha permitido disfrutar del período estival lo justo, o sea, casi nada. Pero hoy ya sí. Ya estoy jubilado. No seré un jubilado más, espero. No obstante, jubilado soy desde hoy mismo, y eso no tiene más vuelta de hoja.
Ya iré viendo en qué consiste ser (o estar) jubilado. Pero, en principio, creo que se trata de lo mismo que antes: vivir. Y de eso ya tengo la experiencia de algunas décadas, todas ellas diferentes, todas ellas acumulativas, todas ellas relevantes. A la pregunta que también me formulan mucho, sobre qué voy a hacer ahora, sí he podido responder con la tranquilidad que siempre he puesto en esta cuestión. Ahora, de jubilado, voy a hacer exactamente lo mismo que he venido haciendo hasta ahora, aunque, eso sí, con algunas diferencias, pequeñas pero relevantes. Y si he podido responder a quienes me preguntaban que iba a seguir haciendo lo mismo, es porque antes de jubilarme llevo ya bastantes años viviendo como quería, lo cual ni ha sido fácil ni constante, porque uno propone y la vida dispone. Pero en líneas generales así ha sido. No conviene esperar a jubilarse para hacer determinadas cosas básicas, porque igual se muere uno antes. Esa famosa idea de que “ya lo haré cuando me jubile” sólo se puede justificar en los casos en los que las circunstancias laborales son tan opresivas que impiden una vida plena. Si no, no se entiende, o no se ha aprendido de verdad lo que es la vida y su fragilidad. Porque si hay que esperar a la jubilación para experimentar lo bueno de la vida, es que no hemos sabido vivir antes, ya que siempre hay posibilidades de acceder a lo que a uno le satisface más; a la escala y con la intensidad que se pueda, pero siempre. Igual peco de cierta prepotencia, marca de la casa, pero me arriesgo igual.
Y cuando decía que haría lo mismo, quiero decir que todo seguirá siendo igual -siempre que la salud nos respete. Lo cual equivale a decir que continuaré leyendo de todo y en cualquier formato, aun prefiriendo el papel y el lápiz para subrayar y apuntar; escribiendo mis ficciones y lo que no son ficciones; haciendo fotos de temática diversa, editándolas a continuación y aspirando siempre a la excelencia en el resultado final; manteniendo e intensificando la regularidad de publicaciones de mi blog personal, que se mantendrá por la senda de la fotografía y la palabra; viajando por lugares desconocidos y revisitando otros de grato recuerdo; conociendo realidades, ciudades y personas nuevas; charlando con pausa o apasionadamente de los temas más variopintos, no siempre los más deseados; deleitándome con el café de media mañana con la prensa delante; incurriendo en la visita a librerías acogedoras, que aplaquen mi síndrome de abstinencia mensual; alternando la música más culta y seleccionada disco a disco, con la nostalgia enlatada de las emisoras más melancólicas; conociendo platos y caldos nuevos que deleiten mi paladar, cada vez más exigente; escudriñando los diversos suplementos culturales a la caza de alguna novedad libresca que me parezca relevante; liberando a diario mi agresividad natural en combates incruentos de ajedrez en tablero virtual; viendo películas antiguas y nuevas y series nuevas y antiguas diaria y regularmente; y acostándome muy, muy tarde, y levantándome muy, muy pronto, como siempre -siesta mediante.
Claro, habrá diferencias, como apuntaba. Yo marcaré mi horario, mis prioridades, el orden de acceso a todos esos mundos. En adecuada transacción y concordia con mi pareja, como es natural. Viajaremos cuando el calor, que cada vez soportamos, menos no sea un obstáculo para apreciar todo lo bueno que existe por ahí. Y cuando las hordas de turistas amainen en su intensidad. O sea, que viajaremos cuando los demás trabajen. También lo haremos a lugares adonde no pudimos ir antes por mis circunstancias laborales (que alguien que ama la escultura y el color como yo, no conozca la fiesta de las fallas en Valencia, podría ser considerado flagrante delito, que se subsanará en breve; y es sólo un ejemplo); o por causas climáticas adversas (Grecia, Egipto y Nueva York -notables ausencias, en mi caso- se erigen como destinos casi urgentes). También tenemos el firme propósito de ir más al teatro (territorio de jubilados, que copan los abonos), que hemos echado de menos. Y cambiarán también la cadencia y la intensidad de cuanto aborde, tal vez. Puede que incluso se altere el orden de los factores, que no cambiará el producto (espero). Pero poco más. Será más o menos lo mismo, insisto.
Pero no daré clase, eso sí. Y ése es el único punto que no tengo claro cómo me va a afectar. Sobre todo, porque a mí me gustaba mucho todo lo que se desarrollaba en el aula -y sólo algo de lo que tenía lugar fuera de ella. Y con toda honestidad, no sé cómo voy a llevar no transmitir a los demás lo que yo previamente aprendí y asimilé. No creo que sea grave el asunto, porque mi capacidad adaptativa se ha ejercitado muy bien década a década. Pero hasta en el caso en que me afectara de manera muy negativa, tengo un plan alternativo: consistiría en ofrecer mis servicios voluntarios para poder enseñar en algún foro algo de lo poco que uno sabe; y no faltaría quien me acogiera para dicha labor, o eso creo.
Aun así, mi jubilación va a tener lugar simultáneamente a mi traslado de residencia a otra ciudad, y en un régimen de convivencia (muy diferentes al Avilés y el vivir solo que me acompañaron durante mi desempeño profesional). Una ciudad nueva y una convivencia nueva (con alguien que lleva en mi vida 23 años, eso sí). Un dúplex en un piso 8º para albergar dos vidas que se han juntado. Como mínimo, parece excitante. Y lo es. También algo estresante, hasta que todo quede asentado y cada elemento se halle donde deba estar y proporcione el bienestar para el que fue adquirido. Pero que añade interés y curiosidad por cómo resultará todo. Miedo, no. Tan sólo expectación por la combinación resultante.
Ya poco queda de aquel muchacho de 27 años que aprobó una oposición de chiripa en el año 90, sin haberla estudiado a conciencia, y con sólo haber leído “cuatro veces” la mitad más interesante (Historia y Arte; nada de Geografía) de aquel bloque de 94 temas. Poco queda, salvo el asombro permanente de haber accedido a una profesión que me encantó experimentar, aunque nunca hubiera estado en mis planes. 33 años de docencia después, el hombre maduro que se jubila no es de los de echar atrás la mirada con ira ni proyectar idealismos irrealizables hacia el futuro, sino de objetivar la realidad presente, que es más que interesante. Mi profesión me lo ha facilitado todo, y lo único que me quitó fueron defectos. Pocos pueden decir lo mismo, a estas alturas. Soy un tipo afortunado, sin duda alguna.
Me voy sin estridencias ni urgencia alguna, ni malestar alguno que restañar. Me voy con el capazo lleno de buenas experiencias, que han sido muchas más que las otras, que también las ha habido. Me retiro a un lado con la idea (algo ingenua) de que con mi docencia no hice demasiado mal (que siempre es inconsciente) y sí algo de bien, que algunas personas han tenido a bien comunicarme, bien en persona, bien a través de las redes sociales, que permiten un contacto posterior que antes no era posible.
La palabra jubilare significaba en latín “lanzar gritos de júbilo”, nos apunta el maestro Corominas. Yo no estoy gritando ni profiriendo alarido alguno. Estoy contento, eso sí, de que la nueva etapa comience a manifestarse. Y como soy de los que piensan que mucho bueno está por llegar, desde hoy mismo os doy la bienvenida a mi nuevo estado.
10 Comentarios
Isa
No soy objetiva porque soy parte muy implicada en esta tú jubilación pero me encanta la asombrosa naturalidad con la que encaras tu nuevo estado laboral, te veo muy feliz, tranquilo, planificando ya grandes viajes , y actividades diversas. Lo de las actividades diversas (como pilates) se quedarían en palabras sino fuera que estoy aquí para azuzar a quien haga falta para que eso se cumpla.
¡¡Feliz jubilación y muchos años de proyectos a cumplir por delante!!
Eduardo Arias Rábanos
No eres objetiva, no, ni falta que hace, porque gracias a tu apoyo indesmayable todo este proceso de transformación en que nos hallamos ambos inmersos se ha podido realizar con el empuje necesario que estas empresas requieren. Con empuje y amor, claro, porque no sólo de esfuerzo vive el bípedo implume. Gracias por todo lo de hasta ahora. Gracias por todo cuanto emprendamos a partir de ahora (pilates incluido, faltaría más). Contigo al lado, ya pueden venir tornados y terremotos. Continuamos, mi amor
Emma
Siendo, como eres, un hombre que ha caminado por la vida con la planta de los pies pegada al suelo y disfrutando de casi todo lo que te ofrecía el día a día, no tengo duda de que, tal y como reflejas en esta entrada, afrontarás la nueva etapa con la misma tranquilidad y las mismas ganas de disfrutar con la nueva oferta.
Te deseo lo mejor de lo mejor en esta nueva etapa. Y que yo lo vea. Y que sigamos compartiendo “nuestras cosas” a pesar de la distancia física.
Eduardo Arias Rábanos
No dudes, querida amiga, que nuestros mundos, coincidentes en la cercanía de casi tres décadas, seguirán en contacto, gracias, como se supone fácilmente, a lo que las nuevas tecnologías nos procuran, si se saben usar con propiedad. Gracias por estar ahí tantos años, en tantas circunstancias diferentes. Gracias por ser mi amiga del alma, y seguir siéndolo. Te abrazo mucho, mucho
Carmen Garrote
Muchas felicidades, no sabes cómo nos alegramos!!! no te olvides De Leon, qué otra cosa no pero tiene una luz muy especial. Continuar siendo 1000 cosas como has hecho siempre hombre del renacimiento. Y sobre todo compartiéndolas en un intento de culturizar al resto. Tú no solo has cambiado a nivel laboral, has cambiado tu vida entera ya nos irás contando y dile a Isa que todos los lunes me acuerdo de ella porque toca el puré de calabaza. Me tiene que firmar el libro.!!! un abrazo fuerte se te quiere
Eduardo Arias Rábanos
Mil gracias, Carmen del alma. Que aparezcas de vez en cuando es siempre un bálsamo para mí. Y, no, no me olvido de León (¿cómo podría?). Pero las circunstancias me lo han hecho en los últimos años algo menos frecuente. Ahora, es la primera vez que veo que alguien defiende la luz leonesa como “muy especial”. Deberé prestar más atención. Y, no te preocupes, mi vida cambiará, pero no tanto como cabría esperar. Mi propia estructura, currada año a año para conseguirme el espacio más cómodo y grato, lo impedirá sin problema. Queda pendiente esa firma de libro, para cuando pasemos por ahí y sea posible el reencuentro. Te abrazo mucho, y fuerte
Eduardo Arias Rábanos
Ciertamente emocionan tus palabras, viniendo de alguien con quien, como bien apuntas, me une una experiencia corta, bien que intensa, por los corredores de Villabona. Pero ¡qué menos! que alumbrar con lo poco que hemos acabado sabiendo a quienes buscan su sitio en este mundo difícil y maravilloso de la enseñanza. Sobre todo, cuando tiene algo que aportar, y más, cuando hay “fondo” que no se circunscriba a lo puramente profesional, sino que pueda hacer esgrima con cualquier tema que se le plantee.
Fue un gusto ser tu compañero ese curso, tenlo por seguro. Y como te declaras seguidor de esta página, que desde ya también es tuya, seguiremos en contacto, espero que frecuente, gracias a esta magia de las nuevas tecnologías.
Que los lares, los penates y la salú nos guarden, compañero. Abrazo fuerte, fuerte