CHOMSKY Y MUJICA, DOS GIGANTES QUE CONVERSAN EN UN LIBRO RECIENTE

A alguien que admira tanto al Pepe (Mujica) como yo, ver en la librería algo relacionado con él supone de inmediato una fiesta. En la obra que nos ocupa, en la imagen de portada su cara de vejete pícaro y estoico va asociada en su famoso escarabajo antediluviano con la de otro vejete norteamericano que, pese a ser mayor que el uruguayo, parece más joven que él: Noam Chomsky. Esos dos nombres unidos, pensé, pueden ser un bombazo. No me equivoqué. Pero no fue exactamente lo que esperaba.
Chomsky & Mujica. ALVIDREZ SAUL. Libro en papel. 9786073834322 Librería ...El libro Sobreviviendo al siglo XXI. Chomsky & Mujica, publicado en Debate, es una iniciativa de una persona admirable también, Saúl Alvídrez, activista, periodista y documentalista mexicano, que se propuso unir a estas dos personalidades tan distantes en lo físico, aunque tan próximas en algunos de sus postulados. Y el tipo no sólo lo consiguió, sino que también logró la colaboración de Roger Waters (Pink Floyd) para la música del documental que saldría de la experiencia. Convendremos en que, de mano, lograr la interacción de estos tres personajes, impresiona. Conseguir reunirlos, encima, sorprende todavía más.
A lo largo de las 225 páginas las palabras de los dos gigantes se alternan con las del joven promotor. Se trata de una conversación, proveniente de varios encuentros, muy gozosos al decir de los interesados, donde las ideas fluyen con facilidad, aunque en ocasiones determinados temas muy densos no permitan una lectura rápida, sino más bien pausada, reflexiva, de diálogo lector-protagonistas del libro, de asimilación de unas ideas a priori sencillas de exponer y de razonar, pero que en la práctica resultan muy complicadas de aplicar.
Una forma de anarquismo evolucionado planea por todas las páginas del libro, y ésa es la idea principal que subyace como trasfondo de este intercambio de pareceres. La idea matriz es sencilla y difícilmente refutable: el ser humano ha llegado a un punto de su evolución en el que si no cambia determinadas conductas va a autodestruirse en breves décadas. Los peligros ecológicos, nucleares y de destrucción de la representatividad son la clave, que se une al hecho de que unos muy determinados pocos posean una exorbitada riqueza y dominen tanto a todos los demás. A esto se suma la ineficaz aplicación de las nuevas tecnologías para avanzar en las soluciones, lo que conlleva un riesgo gravísimo para el ser humano, a juicio de ambos autores.
Es por ello que plantean una reactivación de la izquierda, pero no sobre patrones ya obsoletos (hay una adecuada crítica y una autocrítica también hacia modelos comunistas de raíz soviética), ya no revolucionarios a la vieja usanza, sino que aboque al aumento de la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, ya que ahora está sucediendo todo lo contrario. La democracia ya sólo queda reducida a un elegir cada ciertos años a quienes, una vez elegidos, olvidan a quienes los eligieron, reduciendo a éstos a meros comparsas a quienes se hace pagar, además, las costas de todos los procesos que acaban empobreciéndolos. Es hora, pues, plantean ambos interlocutores, de que se camine hacia una sociedad autogestionaria, donde gracias a la tecnología actual sea posible saber qué piensa y qué decide la población en cuestión de minutos.
Todo lo que desfila por estas páginas es susceptible de discusión, por supuesto, algo que ambos viejos líderes buscan, porque sólo mediante el diálogo y la aplicación del elemento racional se podrán buscar soluciones que afecten al planeta y no a unos cuantos miles de privilegiados. En modo alguno los tres protagonistas plantean que lo que proponen sea una verdad a imponer. Aun así, todo cuanto aparece en los diferentes apartados se halla bañado en unas dosis de idealismo envidiable, que desgraciadamente mi pesimismo antropológico no puede compartir. Pero me ha encantado confrontar lo que pienso con lo que piensan estos señores de un modo tan razonado.
Y hasta hubo un momento en que pensé: “Si las soluciones de cambio que se plantean las tienen que proponer dos personas de la edad de estos dos gigantes, vamos apañados”. Pero ¡ojo!, el mexicano Saúl Alvídrez tiene “sólo” 35 años. Y piensa muy parecido a sus dos principales mentores. Insistente, tenaz, idealista. Y joven. Hay esperanza, pues, pese a todo.

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