QUIEN MANDA, MANDA (Y HOY MANDAN LOS HIJOS)

Si el lenguaje corporal no engaña, en esta escena hay alguien que tiene el control, alguien que es controlado y obligado a actuar en consecuencia. Y un tercero en medio, que a priori podría decirse que cabría esperar de él cierta objetividad a tenor de su expresión, pero que seguramente si se le pusiera en la disyuntiva de tomar partido por uno de los dos, también lo haría.

El niño, firme en su posición, mientras se toma tranquilamente su helado, está explicando, dictando o mandando a la mujer (que suponemos sea su madre) algo. No sabemos qué, pero el gesto firme de la criatura no deja muchas dudas al respecto. El crío dice lo que hay que hacer, y la madre (suponiendo que lo sea, que seguro que sí), escucha atenta en posición sumisa y algo suplicante, si tenemos en cuenta el escorzo de su postura, algo helicoidal y tendente a la aproximación prudente hacia el chico.

En medio, el perro parece asistir a una representación que ya le suena mucho, y no parece intervenir, sino ejercer el papel de convidado de piedra, mientras el crío ordena, y la madre obedece.

No sé, es lo que se me alcanza a pensar viendo la imagen. Pero es que esto que imagino, que puede ser un prejuicio muy prejuicioso, no me surge porque-sí, sino porque uno está harto de ver en parques, restaurantes, centros comerciales, etcétera, la dictadura actual de los hijos con respecto a los padres, a quienes tiranizan muy habitualmente, amparados en la situación de hoy día en que los hijos son los reyes de la casa, no les puede faltar nada-de-nada, y sus apetencias, sus gustos, sus necesidades -las básicas o las sofisticadas- están por encima de la lógica económica de sus padres y de la lógica que la educación señala para su sana evolución.

Con todo, de esta imagen tampoco vamos a extrapolarlo todo, y elaborar sesudas tesis, pero seguro que más de uno concuerda conmigo. Y si no es así, ¡qué le vamos a hacer!

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