¿QUÉ PROFESIÓN ADMIRO MÁS?

La profesión que más admiro, además de la mía referida a la infancia (es decir, los maestros y maestras) tiene que ver con la sanidad. Pero dentro de la ella ¿cuál de sus variedades? El prestigioso cirujano, la solícita enfermera, el especialista en un tema concreto? No. Lo más admirable, a mi juicio, es el que antes llamábamos “médico de cabecera” y hoy se llama médico de atención primaria o de familia.
No son los que más saben de algo, para eso están los especialistas, a quienes nos derivan. Pero son la primera persona que nos recibe cuando tenemos un problema de salud. Su capacidad de escucha, y sus diagnósticos iniciales, con muy poca información y el nerviosismo del paciente al principio, hacen que su labor sea encomiable e imprescindible.
Sin su concurso, sin su capacidad de sacrificio (sueldos escasos para su nivel, guardias, incomprensión de algunas personas, agresiones, etc.) nuestra vida sería mucho peor. Y después de la experiencia de la pandemia, aún los admiro más.
Nunca querría ser médico de cabecera, pero son a quienes conjuntamente con todo el profesorado de primaria, yo más admiro y valoro.
[Este ejercicio se le propuso a los alumnos de un taller de escritura que impartí a mis alumnos reclusos, el 20 de octubre de 2022. Tuvieron diez minutos para desarrollarlo. Yo tuve las mismas condiciones para escribir lo que procedía, en mi caso. Y lo que arriba figura es el resultado que me salió en aquel momento. Sólo fue corregida una frase, que había quedado horrible en la versión manuscrita original]

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