“PURO VICIO. LIBROS Y LECTURAS”, DE AA. VV.

Puro vicio. Libros y lecturas | Trama EditorialComo desde siempre he tenido orfandad con respecto a las personas que me recomendaran libros, desde muy pequeño he estado acostumbrado a que ciertas obras -y determinados autores- me abrieran el camino hacia otras obras y autores que yo desconocía. Por eso, este tipo de libros que hablan sobre libros, no en plan exégesis académica o retórica, sino en plan entusiasmada peripecia lectora comunicada a los demás, me han subyugado siempre. Y cuando voy “de librerías”, son volúmenes que me captan la atención sin dificultad alguna, como un imán experimentado. No siendo yo hombre de vicios diversos, la obra que traigo a colación en esta entrada, se hace necesaria por su subtítulo. Sin él… Pero a lo que iba: este librito justifica su título al cien por cien. Aunque sólo si uno ya es vicioso de por sí, en la modalidad de lector avezado, recalcitrante y/o compulsivo.

Cabe apuntar que este libro es una antología de textos de escritores o personajes eminentes, cuyos textos originales no plantean recomendaciones de libros en particular, ni nos hablan de autores concretos en extenso. Lo que hacen en sus partes respectivas es hablar sobre alguno de los aspectos que rodean al libro. Por ejemplo, cómo crear una biblioteca personal, cómo leer, el precio de los volúmenes, la disyuntiva entre leer y no leer, la pertinencia o no de las citas, los ladrones y gorrones de libros, etc. Por su propia naturaleza, la obra es heterogénea, tanto en calidad como en interés, dejando por sentado que aunque dicha calidad o interés decaigan en algún momento, para el lector o lectora que se halle aquejado/a de vicio lector, lo que aquí se nos ofrece es maná santificado por una editorial de las llamadas “pequeñas”.

Aun así, la nómina de participantes en la reunión es jugosa, variada y de mucho nivel. Los políticos Gladstone y Roosevelt (Theodore) y el economista Keynes se cuelan entre un grupo de escritores de alta cualificación (Edith Warton, Joseph Conrad, Lewis Carroll, Washington Irving, Jack London, Oscar Wilde o Virginia Woolf, los más conocidos). Es verdad que lo único que disuena un tanto -poquísimo- es que todos sean autores anglosajones, con predominio británico, pero lo que dicen lo comunican tan, tan bien, que no echamos de menos otras nacionalidades tan literarias o más, como la francesa o la hispánica.

El prólogo de Íñigo García Ureta tienen el valor añadido de hacernos un resumen de lo que dice cada texto, con las tesis principales que cada autor defiende, lo que tiene como efecto que se nos ponen los dientes larguísimos, y uno quiera comenzar a leer ya el volumen que, huelga decirlo, se puede leer como capítulos independientes, al gusto de cada quien, según sus preferencias, en el orden que se desee.

Claro, en un libro que resulta un panegírico indisimulado, apología de lectura y lector, cabría esperar mucha mermelada y almíbar. Pero nuestros autores han sido muy bien elegidos, y cada uno se encarga de darle una visión personal: seria (como Gladstone, cuando recomienda cómo crear una biblioteca privada que puede llegar a ser pública) o crítica (como Edith Warton, al mencionar al lector mecánico -léase estúpido-), en ocasiones científica (como Keynes cuando se refiere al precio de los libros; o William Roberts al hablar sobre ladrones y gorrones), en ocasiones divertida y tajante (Wilde, en un texto breve muy en su estilo) o desenfadada (Theodore Roosevelt, que llama al pan, pan, llanamente) e incluso algo retorcida (Lewis Carroll, comparando las digestiones físicas del cuerpo con las de la dieta intelectual). Aunque lo que prima en todos los autores es una clarísima enfermedad libresca, cuyo amor y dedicación predominante queda bien a las claras en todos ellos.

Dejo para el final los dos que a mí más me han gustado (lo que en un libro como éste equivale a hablar ya de entusiasmo). Son el de Bradford Torrey, que lleva a cabo un estudio magnífico donde compara aquellos autores “subrayables” y aquellos que no. Para quien no es capaz de leer sin algún elemento subrayador cerca, este texto sobre las citas resultará un manjar delicioso. Y el último, de una siempre acertada, sensible y perspicaz Virginia Woolf que nos muestra su modo particular de leer, sin que ello suponga magisterio o imposición, asunto donde el que no cabe sino la libertad más absoluta, aunque matice que “incluso para disfrutar de la libertad hemos de ejercer cierta contención” (p. 140).

Una delicia deliciosa, insisto. Subjetividades aparte.

AA. VV. : Puro vicio. Libros y lecturas, Trama Editorial, Madrid, 2023, 152 pp.

 

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