Casi siempre que veo una de ellas volando, me acuerdo de Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach. Aquel libro me marcó profundamente. Lo he leído, releído y anotado en multitud de ocasiones. Luego, lo dejé a un lado. Había en él algo de ingenuidad orientalizante, de pseudointrospección de auto-ayuda que, conforme pasaban los años, me rechinaban dentro. Más adelante, me di cuenta de que, pese a ello, en el afán de superación del protagonista había un potencial ilimitado. Es lo único que hoy rescato del libro, que se lee en tres cuartos de hora. Eso, y las estupendas fotografías de Russell Munson que lo ilustran y acompañan. Lo cierto es que siempre me parecieron muy buenas, a pesar de no mostrar a las gaviotas con la nitidez que siempre he deseado. Antes al contrario, hace del desenfoque y de la textura del grano grueso una estética uniforme que aporta homogeneidad a la serie. Hace un rato me sobrevino la idea, a todas luces desproporcionada (pero realista), de que la imagen que hoy muestro no desmerecería en absoluto en aquella famosa colección.