MIS AMIGAS ¿MEJOR QUE LA POLICÍA?

Pues claro que sí, se podría decir. Por lo mismo, se podría responder que por supuesto que no. Todo depende de a qué puntos nos refiramos con el el “mejor que“. El problema es siempre el mismo: el lenguaje, y el significado que le demos a las palabras.

La pintada, de las poquísimas que encontré en un pueblo limpio y hermoso como Aracena, en Huelva, está firmada con la A inscrita en la circunferencia, con lo que acaso denote la ideología anarquista, pero no iba a hablar de eso ahora. Lo que me llamó la atención es lo que plantea en esencia el mensaje.

De mano, no dice quién habla o en nombre de quién se habla, aunque se presupone que es una chica o mujer. Más que nada, porque es mensaje que se les suele oír a veces a ellas en ese sentido. También podría interpretarse como que quien afirma esto es un varón, favorecido por la compañía femenina -protectora- y no por las fuerzas del orden -represores-. Pero convengamos en que quien plantea el mensaje es femenino. La clave está en en verbo utilizado, y los dos sustantivos referidos, que tienen sus significados subjetivos. Pero también los vocablos atesoran redes subjetivas de significado a los que es preciso atender si queremos comunicar bien.

No plantearemos objeciones a la palabra amigas. Entenderemos por amiga el concepto tradicional y profundo y no el superficial que han infiltrado las redes sociales en los últimos tiempos. Sí, en cambio, lo haremos con la palabra “cuidan“. Porque los amigos, las amigas ¿cuidan? En abstracto, puntualmente si acaso, claro que sí. Todos aquellos que nos quieren en última instancia nos cuidan. Pero quienes nos cuidan son realmente nuestros padres y familiares directos (hermanos/as, tíos/as, primos/as, etc.). Y sobre todo, en nuestros primeros años, en la infancia. Pero en la adolescencia o juventud, que es la edad que sugiere el mensaje donde se desarrolla la crítica, las amigas no cuidan, sino que comparten nuestras inquietudes, se solidarizan con nuestros problemas, comprenden los malos tragos que nos van llegando. Pero ¿cuidar? Los amigos, las amigas, no cuidan. O no al menos es su función primordial. Bastante hacen si nos entienden y quieren sin demasiadas fisuras y nos hacen la vida más agradable posible.

Y luego está la palabra “policía” que, firmando quien firma, es el enemigo, desde luego. Pero la Policía no es el enemigo. Puede haber policías que sí lo puedan ser puntualmente, pero, como institución, no es el enemigo. Y tampoco es un protector, en esencia, aunque en su cometido tiene más sentido y más lógica que una parte esté encaminada a la protección, al cuidado, de que no nos hagamos daño los unos a los otros, y si nos lo hiciésemos, buscar a los culpables y ponerlos a disposición de la justicia. Aun así, la Policía no puede estar en todos los sitios, ni vigilándolo todo. Su misión es un cuidado preventivo -cuando es posible-, una presión coercitiva -permanente- y una protección represiva (a posteriori), una vez se ha cometido el delito, que debe impedir la repetición del mismo en la medida que se pueda. Así en abstracto, y de forma general.

De modo que NO me cuidan mis amigas, aunque algo puedan hacer por mí, y TAMPOCO me cuida la Policía, aunque llegados determinados casos, podré obtener más ayuda de ésta que de aquéllas.

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