De esas cuatro, lo que más me desagradaría sería verme escupido por una multitud, después caminar desnudo en público (sin motivo, claro, no en una playa nudista), ser arrestado por hurto, y por último, mendigar dinero en un aeropuerto.

No sé qué podría ser lo más embarazoso. Cada circunstancia y dependiendo de cada momento, puede ser la más ignominiosa que pensar se pudiera, y a la vez, en otra situación quedar seriamente devaluada. Lo que sí puedo afirmar es que en los últimos años el conjunto de cosas que me pudieran sonrojar o avergonzar se ha reducido mucho.

En el hecho de hacer mal un papel delante de extraños lo que más me molesta es reducir las potenciales posibilidades de beneficiarme de su compañía, amistad, amor, ofreciendo una imagen de mí que no se corresponde con la realidad. Ahora bien, si hago un mal papel delante de desconocidos habiendo actuado como soy yo, sin fingimientos, no me molesta nada; antes al contrario, me habrá servido como filtro espléndido con que seleccionar nuevas adquisiciones sociales.