LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (50)

Pregunta 241 (v. pregunta 92)
¿Es mejor tener sueños que nunca llegarán a cumplirse o no tener ningún sueño? ¿En qué medida su vida sería mejor si se le concedieran las cosas que usted sueña hacer o tener?
Ambas soluciones son molestas y gravosas, pero seguro que lo es más no tener ninguna aspiración, ninguna meta, ninguna utopía por la que correr y arriesgarse, para disponer de un transcurso alborozado, ocupado y rentable. Es muy provechoso —más, imprescindible— que ello ocurra, puesto que de lo contrario, la vida es algo oscuro, absurdo e inercial, que carece de todo interés, como no sea bajo los ojos de un hacedor potencial de carácter cósmico. Es básico tener sueños que no se cumplan, porque tiran de nosotros hacia adelante cuando la lógica de la vida nos aboca hacia el anclaje y la inmovilidad. Es fundamental, también, que no lleguen a su término, a su concreción, por varias razones. La primera es que, una vez obtenida, se comprueba que lo que se siente es bastante menos intenso y, sobre todo, menos duradero y beneficioso de lo que esperábamos. La segunda es la enorme sensación de vacío, de despeñadero que se abre a continuación sobre todo el tiempo restante. La tercera, que todo lo que se obtiene en el mientras tanto es infinitamente superior en cantidad (y a veces hasta en calidad) a lo que se consigue con el punto final. Y la cuarta, aunque podrían enumerarse más como variantes, es que el viaje es más largo que la meta y que ésta puede desilusionar, cosa que jamás ocurre mientras nos hallamos empeñados en conseguir algo, sobre todo si ese algo es de una naturaleza inasible, inalcanzable, pero con capacidad para hinchar de vientos favorables todas nuestras velas personales. Todo esto ya lo dejó escrito maravillosamente Kavafis en su “Viaje a Ítaca”.
Si yo lograra todos mis sueños, me vería en un aprieto, porque ya no tendría sentido para mi vida, y tendría que proceder a reprogramar mi existencia, elaborando otros proyectos, otros sueños inaprehensibles que reorientaran mi transcurrir y me dieran energía para seguir viviendo (vivir prorrogándome no es mi estilo). No digo que no me gustase lograrlos, pero desconozco si la sensación derivada de ello es lo suficientemente frustrante como para paralizarme o para impedirme marcarme otros horizontes con menos asideros posibles. Por eso, yo querría estar toda mi vida luchando por obtener lo que mis sueños dictan, pero intuyendo subconscientemente que no querría lograrlo; para pa’por si.
Pd/ Los textos que responden a las cuestiones formuladas en El libro de las preguntas de Gregory Stock, fueron elaborados entre 1998 y 1999. Si deseas ver el resto de las entradas de esta serie, pincha aquí

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