LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (42)

Pregunta 230 (v. pregunta 50)
¿Preferiría morir como un héroe, como un mártir de una causa importante, morir en una catástrofe natural o en paz? ¿Por qué resulta tan tentadora la perspectiva de que la muerte nos llegue mientras dormimos? ¿De qué manera influyen sus sentimientos con respecto a la muerte en su modo de vivir?
No me gustaría morir como un héroe, no tengo madera ni vocación de tal, aunque según parece las circunstancias extraen de uno, a veces, fuerzas y reacciones insospechadas. Mucho menos, como un mártir. Soy el único practicante de mi ideología, de mi iglesia personal; y no tengo vocación de altruista, todo lo contrario. De tal forma que no sería viable que yo pudiese ser un mártir. Creo que sólo podría morir por mí, por nadie más. Aunque ya digo que nunca se sabe cómo reaccionaremos ante situaciones límite. Tampoco querría, claro, que sucediera en una catástrofe natural: no veo por qué la naturaleza tiene que elegir un recorte en lo que ya mi propia fisiología y comportamiento vital determinarían en un punto más o menos lejano. Desde luego, de las ofertas que se plantean en esta primera sub-cuestión, la que más me sugiere es la de morir en paz, reflexionando y haciéndome todavía preguntas que jamás se podrán resolver. Desde luego, no me gustaría morirme mientras duerma, a no ser que mis dolores fueran atroces o mis condiciones de vida fueran ya penosas e indignas.
Si resulta tan tentadora la idea de que la muerte sobrevenga mientras se duerme es porque la mayoría de la gente confunde morir con dolor, y también porque las ganas de conocimiento suelen ser escasas. Por lo que a mí respecta, me encantaría morir plenamente consciente, sintiendo todo lo que ese postrer instante me depare, eso sí, como decía antes, siempre que el dolor —suponiendo que lo deba haber— pueda ser soportable y no adquiera la categoría de lo que yo llamo dolor estéril. Me gustaría conocerme en todas mis reacciones hasta en el último momento, aunque ya no pudiese dar cuenta de ese final. Siempre menciono una escena de una película de Bergman, El huevo de la serpiente, en la que un médico nazi, antes de ser detenido prefiere ingerir una cápsula de cianuro. Una vez hecho, se pone al lado de una libreta, donde anotará cada una de sus reacciones antes de morir. Ese ideal, sin su tinte trágico, es el que yo anhelo. Aun sabiendo que se va a morir, el hecho de querer saber más siempre, siempre, es para mí el ejemplo palmario de una vida llena de sentido por uno mismo, por la propia persona. Y, por supuesto, sin tener una imagen de trascendencia de ningún tipo. Si bien soy consciente de que en esos momentos muchas hombres de mentes mucho más importantes y sólidas que la mía han llevado a cabo conversiones increíbles o retractaciones sorprendentes. Así que no pongo la mano en el fuego por mí mismo. No sabré lo que sienta hasta que me vea en ello, si termina sucediendo así, porque la vida contemporánea nos reserva un buen cupo de muertes violentas, inconscientes e instantáneas, sin capacidad alguna de poder reflexionar en esos momentos.
La muerte influye en mi forma de vivir, creo que es algo inherente a todo humano. Pero yo he tenido suerte. La muerte no me ha tocado vivirla directamente y de cerca más que una vez (1), con la muerte de mi abuelo materno, de mi abuelo Eduardo, y yo era muy pequeño para que aquello supusiese una crisis importante en mi vida. Luego, las otras que me han rozado han sido más colaterales. Salvo esa vez, no recuerdo que se me haya muerto nadie que yo quisiera hasta la médula. De todas maneras, si analizo mis cuentos, la muerte es una temática recurrente, y no alcanzo a entender por qué, ya que conscientemente no me quita tiempo ni pensamientos más allá de lo que la realidad cotidiana nos mueve a todos a deglutir por obligación. La preocupación que la muerte me cataliza tiene que ver con la máxima: ≪se debe vivir de tal modo que a la hora de morir no esté uno lamentándose de lo hecho ni, lo que es peor, de lo no hecho≫. Seguro que a nivel subconsciente debe tener su importancia, pues, de no ser así, no aparecería tanto en mis relatos, donde difícil es que no salgan alguna muerte por cualquier lado.
(1) Este texto fue compuesto bastantes años antes de que fallecieran mis padres. Pero en esencia lo suscribo por completo

Deja un comentario