HOMENAJE DE CRUCIFICADO A CRUCIFICADO

Discutía un mozo con el parroquiano más viejo del lugar sobre el origen de aquella escultura que figuraba sobre la puerta de entrada al pueblo. El joven intentaba hacer valer sus estudios de bachillerato para justificar que aquel era Cristo crucificado, pero de modo realista, pues los romanos crucificaban así, y no clavaban, porque de ese modo la agonía era más horrible y larga. El viejo, sin inmutarse, le dijo que eso eran paparruchas y que la figura allí representada no era otro que su bisabuelo, que osó blasfemar y burlarse del Altísimo en plena Semana de Pasión. Sin creerse nada, pero intrigado, el joven quiso saber más, y el viejo le contó con mucha tranquilidad que su bisabuelo en plena borrachera se puso a orinar frente a una imagen de Cristo crucificado que aguardaba en la colegiata para la procesión del Viernes Santo; por lo visto, la cosa no quedó en eso, sino que se dedicó a insultarlo hasta que no le quedaron fuerzas; en la época en que sucedió, las fuerzas vivas lo encarcelaron y lo sometieron a tormento, a consecuencia del cual había muerto, ante la consternación general. “¿Y?“, preguntó el joven. “Y, nada, que ahí está, para escarmiento de todos, pero también como homenaje“, respondió el viejo. “¿Como homenaje?“, inquirió el mozo, cada vez más confuso. “Así es. El mismo Cristo al que había escarnecido, lo perdonó en el último momento, permitiendo que le rindiera un perpetuo homenaje a su muerte. Esa estatua que ahí ves apareció en la misma celda donde murió, al día siguiente de haberlo enterrado. La gente creyó que fue un milagro; y sí, lo fue. Pero su cara es la de mi bisabuelo, no hay duda: nada más tienes que mirarme de frente, y verás el parecido“.

Deja un comentario