AJEDREZ TERAPÉUTICO (MICRORRELATO)

Para los humanos, la jornada en la nave acababa por hacerse larga y pesada, sobre todo en el tiempo considerado “nocturno”. En concreto, el comandante del carguero manifestaba algunos signos de cansancio, tal vez provocados por la monotonía de varios días de ocupaciones muy parecidas. El ordenador de a bordo acudió entonces en ayuda del máximo responsable de la misión, pues ya era el tercer día que lo oía suspirar de seguido a partir de la segunda hora. Sus competencias cubrían todo el gobierno de la nave y le capacitaban para proporcionar ayuda a los humanos con los que compartía misión. Su procesador central de última generación le permitía simultanear millones de tareas. A mayores, había sido dotado de una voz masculina muy agradable, con una gravedad suave y un timbre cálido y cercano, nada metálico.

—Veo que se aburre, comandante.
—Psssé.
—Si lo desea, podemos jugar una partida.
—¿Para qué? Ganas siempre.
—He tenido algo de suerte últimamente, eso es todo.
—¿Suerte? No digas bobadas, que no te cuadra. En el ajedrez no existe la suerte. No te he ganado ninguna partida desde que salimos.
—Bueno, con la suerte, me refería a que me había visto ayudado por algunos fallos importantes de su parte.
—Eso, encima hurga en la herida.
—No sé a qué herida se refiere, comandante -mintió el ordenador.
—Me refiero a que sacas a relucir que me equivoco con frecuencia -dijo el hombre, con una paciencia muy didáctica.
—Ahora lo entiendo. Pero las equivocaciones en los humanos son muy frecuentes, porque tienen muchas variables biofísicas que operan en su contra.
—Lo sé, sí. Lo sé bien.
—En cambio, una máquina como yo, cuando juega, sólo tiene un objetivo, y un procesador potentísimo; y no cometemos fallos. Sólo nos derrotan si el contrario es mejor. Y eso no suele suceder, ni aun en la élite.
—Ya.
—Pero tenemos niveles de diferente dificultad.
—Claro. Sí, ya.
—¿Qué le parece si empezamos una partida en nivel 1?
—No sé…
—Siempre que ha jugado conmigo, lo ha hecho sin configurar nada, y así tengo mucha ventaja, pues juego con la máxima potencia de procesado de datos.
—Bueno, tal vez…
—Si consigue ganarme en el nivel 1, podemos seguir con el 2, y así sucesivamente.
—Parece sencillo.
—Lo es. Además, así sabría con exactitud su verdadero nivel, ya sabe, la puntuación ELO real, y cuando volvamos a la Tierra, jugar con oponentes de categoría parecida.
—Bueno, de acuerdo.
—¿Le parece?
—Sí, venga. Nivel 1. A ver cómo eres a tu nivel más bajo.

La primera partida les ocupó sólo minuto y medio. El comandante ganó con rapidez y contundencia. Con el nivel segundo, el resultado fue el mismo, aunque invirtió seis jugadas más. Al ir incrementando el nivel, el hombre se sentía cada vez más animado, y se permitía bromas y chistes que la máquina fingía no entender. Al explicárselas con condescendencia, su humor mejoraba notablemente. Así llegaron al nivel 10.

—Bueno, no ha estado nada mal el rato, ¿eh? 9-0. La última me costó mucho más, porque iba mal de tiempo, pero al final las dos torres en séptima…
—Desde luego, señor. Veo que ha mejorado mucho. Seguro que ha estado estudiando a conciencia sin decir nada.
—Esto… sí, bueno, siempre estoy con algún libro de teoría cerca y hoy la web…
—Bueno, pues vamos a por la última por hoy. Yo no me canso, ya lo sabe, comandante, pero necesito muchos de mis recursos para la conexión bilateral diaria con la Tierra, y eso es dentro de veinte minutos. ¿Cree que nos dará tiempo, si la empezamos?
—Vamos a intentarlo.

El desarrollo de la última partida fue un calco del de la anterior, no tanto por la secuencia de movimientos, sino por los apuros de tiempo del humano, mientras la máquina tenía todos los minutos y casi todos los segundos todavía disponibles. Con todo, supo hacer valer la ventaja de un peón que había cobrado en el medio juego, y logró la décima victoria consecutiva.

—¡¡Síii!! 10-0. Una derrota en toda regla. Vaya. No imaginaba yo que ir metódicamente paso a paso pudiera ser tan revelador.
—Es usted un gran jugador, señor, si me permite que se lo diga.
—Bueno, bueno… Lo cierto es que de joven estuve federado, aunque después, con la agencia espacial… todo aquello se quedó en afición. En una afición muy intensa, eso sí.
—Es comprensible, sí. Pues ahora conmigo puede practicar siempre que le apetezca. Aún queda un mes de misión conjunta antes de la hibernación final.
—Por supuesto, por supuesto. Y ahora, sabiendo que te puedo ganar en los 10 primeros niveles, me dará menos miedo enfrentarme a ti. Me ha gustado mucho el rato. Gracias.
—No se merecen, señor.

El comandante salió de la cabina. El ordenador pasó a otro modo de conexión e inició sus informes diarios, antes del inicio de la conexión bilateral, que se produciría en breves minutos.

En la Tierra no detectaron nada anómalo en la transmisión de datos, y la misión parecía transcurrir sin alteración alguna. Sólo una posdata del informe principal del ordenador central les llamó un tanto la atención:

«Hoy, a última hora de la jornada he creído mi deber subirle la moral al comandante, que andaba algo deprimido (o despistado). Lo hice jugando al ajedrez desde un nivel muy básico. Jugamos 10 partidas. Las ganó todas él. No hubo trampas ni dejé que me ganara. Es sólo que son niveles muy básicos. Poseo 1.000 niveles de dificultad, dato que él por fortuna no requirió. Teniendo en cuenta los resultados, al ritmo de hoy, creo poder asegurar el buen estado de ánimo del comandante hasta la hibernación final, por lo que la misión no corre ningún peligro. Fin del comunicado.»

En el libro inédito Micrólogos

3 Comentarios

  • Isa
    Posted 13 de agosto de 2022 16:37 1Likes

    Gracioso aunque como sueles decir, “me suspende la credulidad” porque las a máquinas les importa un pepino (estoy pensando que quiero hacer pepinos encurtidos) lo que sufra o padezca el capitán, pero lo importante es tiene un final feliz que es lo que nos gusta leer a los humanos. Corto y cierro

    • Eduardo Arias Rábanos
      Posted 13 de agosto de 2022 17:55 0Likes

      Me alegra que te haya parecido gracioso, aunque parece que no entendiste que la máquina, coordinadora absoluta de la misión, dadas sus características, TIENE QUE VELAR por la salud mental de sus tripulantes, y más aún si se trata del máximo responsable humano, cuyo “fallo” mental podría poner en riesgo la empresa asignada. Lógicamente, eso hay que presuponerlo, por obvio, dado que en un microrrelato no se ha de poner más que la información imprescindible; el resto, lo debe poner el lector (o lectora), a quien se supone un bagaje mínimo que poder aportar. Gracias por comentar

      • Isa
        Posted 13 de agosto de 2022 18:02 1Likes

        pues será eso, lo del bagaje mínimo y que la temática es pelín densa para lectoras ajenas a la temática como es mi caso. atte

Deja un comentario