TERAPIA DE RETIRO (MICRORRELATO)

Tras 28 días de riguroso retiro espiritual, los integrantes de aquel cursillo fueron convocados por el Venerable, para valorar las conclusiones de la experiencia. Convocados de madrugada, todos acudieron con fervor. El líder acudió con mucho retraso. Exactamente una hora tarde. A todos les dolían las rodillas, los pies, las manos, pues la espera debía realizarse en una postura previamente aprendida. Al entrar, sus pies descalzos fueron pasando lentamente al lado de cada uno de ellos. A los hombres les tocaba en una oreja. Con las mujeres, su mano se demoraba un segundo en la nuca. Por fin, se sentó en su cojín frente a ellos. Los recorrió con la mirada uno a uno, sin dejar a nadie, y luego habló.

—Ya han pasado cuatro semanas desde que llegasteis, con todas vuestras dudas, con todos vuestros problemas, pero con la esperanza al máximo, a este humilde retiro. Era un día de luna llena. A lo largo de estos días, el astro fue disminuyendo en luz, hasta la mitad del ciclo. La otra mitad ha ido haciéndose más luminosa hasta llegar, hoy otra vez, al estado de máxima luminosidad de la luna llena. Ése debería haber sido vuestro camino, y la luna debería haberos enseñado el procedimiento. Pero vuestras caras me lo dicen todo. ¡Estáis en el mismo punto que cuando llegasteis! ¿De qué os han servido estos ejercicios, los silencios, la reflexión interior, la alimentación natural, el descanso prolongado? ¡De nada! ¡No habéis aprendido nada! ¡¡NADA!!

Todos acusaron el impacto de sus palabras. El rostro del gurú les miraba severo. Los recorrió de nuevo, uno a uno, sin variar su expresión. Después, volvió a hacerlo, pero su cara mostraba un rictus menos severo. A la siguiente vuelta, sus ojos se achinaron algo más. En la última, un asomo de sonrisa iluminó sus labios. Por último, prorrumpió en una gran carcajada que se prolongó un largo instante.

Algunos comprendieron de inmediato, mientras asentían. La mayoría, no.

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