Ella estaba allí convencida de estar en su casa. Nunca había estado en el palacio, pero en su cabeza residía la certidumbre de que alguien la había invitado a pasar una temporada en la corte. Tuvo que efectuar un largo viaje para ello. Ahora, se encontraba en el umbral del acceso, pero no entendía por qué había tanta gente aguardando…
Hay muchos a quienes no les gusta el arte abstracto. Por completo respetable. Sobre todo, si la frase “no me gusta el arte abstracto” ha pasado por una serie de filtros y experiencias que abocan a una decisión. Cuando ya no es tan respetable es cuando, por dejadez, inercia o ignorancia, al no reconocer nada de lo representado, volvemos la…
Hay en La Coruña varias cosas singulares, pero en esta fotografía se conjugan dos de ellas: la Plaza del Humor y un vagabundo alemán, de nombre Julius. Uno ha viajado algo, pero no tanto como para saber si hay otra plaza tan extraordinaria como ésta, en la que se homenajea al humor y a unos cuantos que de él hicieron…
El hombre árbol es un ser singular. No se mueve cuando le echan monedas los niños, sorprendidos siempre con la inmovilidad de los mimos, y expectantes ante cualquier variación que las poses pudieran mostrar. Pero el hombre árbol no se mueve nunca, por lo que los niños se quedan muy decepcionados y enseguida cambian de lugar, después de echar una…
Santiago de Compostela. Año Santo Jubilar. Gentío en oleadas. Día festivo, además. La Puerta Santa muestra una cola descomunal. A un lado, una mendiga sentada solicita limosna con un cartel. A primera vista, todo encaja y resulta de lo más natural. Si miramos de nuevo, comprobamos que no, y que varias cosas rechinan o disuenan. En primer lugar, los supuestos…
El viejo ha notado la brisa fresca de la mañana y se ha decidido a salir de la residencia donde pasará el último tramo que le resta de vida. Ha paseado un poco por el centro, con un ritmo cansino, despreocupado, sin prisa, porque no la tiene. Ahora, lo que le sobra es tiempo. Tiempo y recuerdos, que moldea a…
Nos dirigíamos hacia la parte más meridional de las Rías Bajas. Era una carretera comarcal con poco tráfico. Hacía un calor agobiante, húmedo, pegajoso. Era la hora de comer, más o menos. Cuando pasamos, no pudimos menos de detenernos unos cientos de metros más allá. En pleno agosto, se encontraba un gaitero sentado en el pretil discontinuo de una carretera…
—Sí, volar me cansa. La edad no perdona; ni siquiera a mí. Aunque mi cara no lo aparente, varios son los siglos que he podido contemplar con mi mirada. Y también es verdad que cuanto contemplo cada vez me resta energía. Los conjuros son cosa del pasado, las venganzas se materializan de muchas otras formas y mi forma de vida…
Noté llegar al grupo por sus gritos, por la juerga asociada a su diversión, que incluía cánticos, golpes en el suelo aplicados con sus bastones, y hasta zapateados de ritmos imposibles. Al llegar a la plaza, se quedaron asombrados de su amplitud, pero en vez de paladear con detenimiento las joyas que mostraban sus fachadas al espacio abierto, lo que…
—(Madre mía, lleva ahí sentada casi una hora, y no ha levantado cabeza del libro. Una lectora empedernida, nada menos. Es verdad que llegó después de mí, pero ¡qué constancia, qué pasión por la lectura! Seguro que es igual de apasionada en la cama. Mmmm. Pero ¡qué cosas digo! Si no la conozco. Aunque podría conocerla. Y ya me gustaría.…