PARA FOTOGRAFIAR Y ESCRIBIR

Esta bitácora lleva como título “Fotografía y palabra”, desde sus inicios. No ha habido cambio en su enunciado. Es la esencia de su autor, que escribe palabras y realiza fotografías. También ocupa su tiempo en otras cuestiones, pero al final siempre acaban desembocando en el mismo canal de deyección: o un escrito o una imagen. Es mi seña de identidad, que por otro lado no es original, pues muchos más la tienen a gala. Pero es la mía. Cualquiera que me conozca, lo sabrá re-conocer.

Pues bien, cuando en una feria de antigüedades, mercadillo, mercado de saldos o similar, veo los instrumentos con los que trabajo, sobre todo si son antiguos, me esponjo, me enternezco y dejo volar mi imaginación. Admiro la belleza de sus diseños, finjo un ataque de melancolía retrospectiva y si hay alguien a mi alrededor, miento un poco y digo “quién pillara aquellos tiempos”. Luego, claro, comparo esos deliciosos objetos con los mucho más feos y frágiles con los que ahora realizo tales tareas y me digo que no los cambiaría por los antiguos, ni harto de chicha colombiana. Mi ordenador y mis digitales, por encima de todo. Ahora, eso sí, a la hora de sacarles una foto de interés, lo antiguo ofrece mejor perfil y más acusada fotogenia. Lo nuevo suele ser efímero y mostrar tendencia hacia lo feo. Como bien se puede apreciar en las protagonistas de la imagen superior, que estarán viejas y probablemente ya no funcionen, dada su cronología, pero con toda seguridad son mucho más bonitas que las cámaras que hoy utilizo y el impresionante armatoste con que tecleo estas líneas.

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