PALABRERÍO CANALLA (90)

MUNDO: 1. Totalidad de todo. 2. Microcosmos personal que los más avispados se crean a su imagen, semejanza y necesidades, donde todo orbita en relación con sus creadores, y donde se lo pasan tan ricamente.
MURMURACIÓN: Opinión sobre los demás, proferida en voz baja y lejos de aquellos de quienes se murmura, porque no se tienen suficientes arrestos como para darla a la cara o con un tono más elevado, y en el lugar justo donde  esos demás pudieran también oírlo y contestarlo. Su valor terapéutico es tan elevado que genera un buen número de relaciones que, de otro modo, no tendrían nada en común ni nada que decirse.
MUS: Lance de naipes y de envite, provocador, alegre, mentidor, que genera una camaradería y un concepto de pareja jugadora verdaderamente entrañables, además de que no requiere dinero para poderse jugar, pues la inteligencia y la honrilla personal son suficientes materiales o alicientes con los que empezar a convertirse en musolari selecto. Probablemente se trate del único juego de cartas que merezca vagamente la pena.
MUSEO: Almacén-pudridero que se crea para concienciar a los presentes de que el pasado fue mejor, lo cual la mayor parte de las veces es una poderosa mentira, aunque la mayor parte de las veces sea una gran verdad.
MÚSICA: Amalgama arquitectónica, combinatoria y repetitiva de sonidos que sirven para hacer más agradable la estancia en los hipermercados; para gastarse los tuétanos en conciertos, discos o etc.; o también para hacer una carrera determinada cuyas especialidades son infinitas, casi; para tararearse o silbarse asiduamente o, sencillamente; para ser un poco menos infeliz.
MUSICOMANÍA: Adicción a la música de modo indiscriminado y muy poco selectivo, que se oye de continuo y en todos los formatos y estilos posibles, no se escucha nunca, y que se tiene como pantalla de fondo para evitar oír el ruido vacío del cerebro, donde apenas si hay algo más que un yermo espacio.
MUSLO: Depende de la dirección que se tome, es un descenso troncocónico hacia los pilares que soportan nuestro complejo edificio físico, o bien la antesala caliente, sugeridora y delicada de la grosera evidencia lúbrica.
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