LOS VOMITADORES DE BASURA MENTAL

Personas hay que, cuando se les pregunta cómo les va, son dadas a hablar de sí, a comentar su evolución, sus avatares, sus últimos acontecimientos, incluso familiares, sin pudor ni reserva alguna, lo cual podría tomarse como una acendrada prueba de sinceridad, de confianza. Pero resulta que no, porque tanto daría que lo estuvieran haciendo con un espejo. Porque, una vez que han soltado su discurso, su hiel o su miel, sus problemas o sus maravillas, se van, desaparecen como por encanto con cualquier disculpa. No se sinceran. Sencillamente, vomitan un desahogo o publicitan un producto del que se enorgullecen sin ningún interés en qué opina el interlocutor ni, y esto es lo peor, sin interesarse lo más mínimo por cómo le va a ese interlocutor que amablemente ha preguntado interesándose por su vida. No existe diálogo, y a veces incluso literalmente, pues si son contemplados desde lejos se puede ver cómo uno habla, gesticula, lleva la voz cantante, mientras el otro asiente, pacienzudo y generoso, a la espera de su turno para hablar de sí, que es algo muy grato siempre, hasta cuando son épocas de vacas gordas.

En Diario digital, inédito. Entrada de 25 de agosto de 2001

Acotación actual: Personas hay así. Yo no soy de esas personas (nunca lo fui). Jamás me gustaron. Por eso, al poco de conocerlas en semejantes tesituras, ya las aparcaba de mi vida. Y a medida que he ido envejeciendo, lo que tardaba esa despedida se ha reducido al mínimo histórico, a la casi instantaneidad.

Deja un comentario