DESNUDA ENSOÑACIÓN

Cuando acabó el libro, la invadió una dulce languidez. Como le sucedía siempre, no podía dejar de pensar en la heroína de la novela, en las muchas y terribles vicisitudes por que el autor le había hecho pasar. Comparaba todo ello con su vida muelle, aburrida, desocupada, de esposa de un hombre sin atributos que lo acreditaran como tal. Sin saber por qué, el tacto de las sábanas tibias se le tornó demasiado áspera para sentir su cuerpo, que comenzaba a sentir una nerviosa desazón. Poco a poco, se fue despojando de todas las prendas nocturnas que cubrían su piel, hasta que sus formas fueron brotando en toda su desnudez, iluminada por el resplandor que entraba por el amplio ventanal. Se sorprendió de encontrarse bella y armónica, en contraste con la tapa rugosa del libro. Con la yema de los dedos se recorrió las piernas, y se sonrió al hallarlas intactas. El sosiego la fue meciendo poco a poco, y el sueño la envolvió por completo. En él, imaginó que su marido era aplastado por una campana que caía de una torre. Se despertó empapada. Pero no supo determinar si de terror o de placer.

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