DE NUEVO, EL ZORRO (MICRORRELATO)

El zorro quiere ser mi amigo, pero yo no le dejo. Me doy dos vueltas seguidas y quedo casi como estaba. Respiro con pesadez; tanto, que me oigo a través de mi cuerpo, como si viviera al otro lado. No le doy razones, ni le explico, pero intuyo que él sabe. Me conoce de otras veces. Yo también a él. Por eso no quiero ser su amigo. En cuanto le diera confianza me pondría ojos tiernos y empezaría a hablarme de mi pelo, del trigo sin cortar y de que lo esencial no se puede ver, sino sentir. Resulta muy pesado. Es un pelmazo, este zorro. Pero tampoco es cosa de humillarlo y degradarlo a ser un personaje de sueño. No lo soportaría si se enterase. Y dejo que me siga mirando, así, a suficiente distancia.

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