CÓMO LEO

Alguna vez me lo han preguntado. Y aunque lo digo tantas veces, siempre hay quien se siente sorprendido de que en pleno siglo XXI yo hable de que “me falta algo el día que, por lo que sea, no puedo leer”. Con ello, no me refiero al acto físico de leer. Por mi profesión, yo tengo que leer todos los…

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JUSTIFICACIÓN POR LA PALABRA

Sólo justifico un día con palabras. Si las profiero, me encuentro feliz. Si las leo, puedo asegurar que durante un lapso de tiempo mis pesadumbres habrán desaparecido. Si las escribo, me habré olvidado de todo y de todos, acaso también de mí. Si, como hoy, aúno los tres placeres, el día no sólo está justificado, sino que adopta con facilidad…

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MI PROPIO RECLAMO

A mí me gustaría, sí, por qué no decirlo, escribir ficción pura, es decir, no tener que recurrir siempre a mis propios pensamientos que recurren a la recurrencia por no quedarse como están. Y después de admirar la fluidez de alguien tan espléndido como Rudyard Kipling, todavía más. Pero no puedo. Y no puedo porque apenas me interesa. La ficción…

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EL REGRESO DE LA PLUMA

Uno de los placeres de esta vida sedentaria y escritora es dejarse acompañar de nuevo por la fidelidad de una pluma, a la que injusta o imperiosamente se ha arrinconado semanas o meses. Notar la calidad de su trazo, preciso y sin fisuras ni cortes, y calibrar el contraste de su tinta, un tanto infrecuentada por mí en los últimos…

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EL CID, COMPENDIO DE UNA VIDA

EL CID, COMPENDIO DE UNA VIDA

Esta imagen, o alguna parecida, está muy ligada a mi infancia. En ella, este personaje, omnipresente en la literatura histórica franquista, era el héroe por excelencia. Con él yo aprendí las cualidades máximas que todo español debía asumir: gallardía, valor, inteligencia, generosidad, obediencia, ausencia de rencor, honradez, sentido de la justicia, fidelidad, benevolencia ante el vencido, y trascendencia. Era mi…

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