JUSTIFICACIÓN POR LA PALABRA

Sólo justifico un día con palabras. Si las profiero, me encuentro feliz. Si las leo, puedo asegurar que durante un lapso de tiempo mis pesadumbres habrán desaparecido. Si las escribo, me habré olvidado de todo y de todos, acaso también de mí. Si, como hoy, aúno los tres placeres, el día no sólo está justificado, sino que adopta con facilidad la categoría de memorable.

Del diario inédito Escorzo de penumbras, entrada de 9 de agosto de 1999

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