BISOÑEZ MILAGRERA (MICRORRELATO)

El hijo le dice a la madre que aún no es tiempo, que no está preparado, que no puede mostrarse aún al mundo, que no lo ha hecho nunca, que están en una boda, que los protagonistas han de ser los desposados, que si la falta de previsión ante unos invitados tan bebedores ha llevado al desastre, no es culpa suya; y que no le apetece, en suma. La madre insiste una y otra vez. Hasta que al hijo no le queda otro remedio que actuar. De mala gana, pide que le traigan tinajas con agua, chasquea los dedos, y de pronto el líquido se vuelve oscuro, burbujeante, aromático. Los invitados, casi ebrios, lo prueban de inmediato. Es el delirio. La concurrencia está encantada. El hijo entiende tamaño éxito, pero, prudente, se retira. Todos se dedican a cantar las cualidades del novedoso brebaje y, dando a conocer dicho producto, inventarán el noble oficio de la publicidad. Sólo unas horas después de que el maestro creara La Chispa de la Vida.

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