LABIA (MICRORRELATO)

Panadería, por la mañana, entra el sol por las amplias cristaleras; el establecimiento se encuentra vacío, salvo la PANADERA, que ordena con oficio algunas hogazas en sus estantes. Entra el CLIENTE

CLIENTE: Buenos días.
PANADERA: Buenos días, señor. ¿Qué le pongo?
CLIENTE: Quisiera una buena merluza, de más de dos kilos, si puede ser. Tenemos celebración en casa…
PANADERA (atónita): ¿Cómo dice, señor…?
CLIENTE: Merluza, sí. Para hacer con salsa verde. A mi madre le encanta, ¿sabe?
PANADERA: Pero, señor, aquí no vendemos pescado, ¿no lo ve?
CLIENTE (suspira, resignado): Caramba, vaya contratiempo…
PANADERA: Si desea un buen pan de escanda, o de cinco cereales…
CLIENTE: En ese caso, me llevaría dos botellas de albariño, de las mejores que tenga.
PANADERA (mirándolo, incrédula): …
CLIENTE: ¿Tampoco tiene albariño? ¿Ni siquiera de Rueda?
PANADERA (comenzando a enfadarse): Mire…
CLIENTE: Desde luego… ¡Así no hay manera! (Repasa con la mirada las estanterías llenas de pan de distintas clases). Entonces, si no puede darme lo que le pido, no sé qué hago aquí.
PANADERA (firme, y clavándole la mirada): Eso mismo me estoy preguntando yo, señor (se pone en jarras, tras el mostrador).
CLIENTE: Claro que con esos ojos y ese cuerpazo… razones son las que sobran
PANADERA (ruborizada, de súbito): …
CLIENTE: Por no hablar de su amabilidad y paciencia…
PANADERA (que reacciona, pero disimulando apenas una amplia sonrisa de halago): Bueno, yo…
CLIENTE: ¡Y qué buena ama de casa parece usted! Se mire por donde se mire, se respira higiene y limpieza.
PANADERA (rendidita por las alabanzas): Ande, que con esa labia… ya podrá usted…
CLIENTE (sin dejar de mirarla, ávido): No se crea, no. La verdad es que…
PANADERA: Es imposible. Seguro que lo que se proponga…
CLIENTE: (iniciando la salida): Aunque, claro, si carece de mercancía, luego no se queje de que los clientes se le marchen, o que el negocio se le vaya a pique. O incluso algo peor. (Ya desde la puerta) Buenos días.

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