DOS RESURRECCIONES DE LÁZARO

A veces los azares nos aventuran en curiosas coincidencias. El otro día, ordenando papeles, tirando muchos y creando espacios para otros, me encontré con un apunte para un relato. Es de septiembre de 2008 y está escrito en el instituto, en algún rato muerto de los que hay antes de comenzar el curso. Está escrito en un folio de una convocatoria de claustro, por detrás: se conoce que fue una cosa de urgencia, y usé lo primero que tenía a mano (no descarto haberlo escrito en el mismo claustro, pero no lo recuerdo). El caso es que en él venía a imaginar una recreación del mito de la resurrección de Lázaro, que a mí me fascinó siempre. En él, Jesús, compungido por el fallecimiento de su amigo, quiere regresar a su amigo de las tinieblas de la muerte, y le insta a salir de su tumba; pero Lázaro no sólo calla al principio, sino que, urgido por el imperativo divino, se niega en redondo a levantarse y volver a andar, como se le ordena; declina volver a vivir, en definitiva. Después vendría un debate sobre los pros y los contras, con argumentos bien razonados de ambas partes, aunque sentimos más próximos los de Lázaro. En el relato, comprobaremos que Jesús pasa del asombro a la tristeza, pasando incluso por un leve rapto de cólera. Al final, lo deja por imposible, aunque la sensación frustrante supondrá un antes y un después en su concepción de la vida y en sus predicaciones. Esto fue ayer.

Y hoy, cuando reviso fotos de esculturas que me sugirieran algo sobre lo que escribir en la entrada siguiente del blog, recalo en la carpeta de Gerona, y encuentro esta toma de uno de los capiteles del claustro del Monasterio de San Pedro de Galligants, que forma parte del Museo de Arqueología de Gerona. Y la conexión se establece de inmediato. El resto sólo es edición fotográfica, por una parte, y referencia escrita mediante el teclado, por la otra. A la espera, como es natural, de que algún día ese relato regrese al mundo de la luz, y resucite de verdad como yo espero.

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