DÍA PESIMISTA

Hay días en los que se evidencia que todo cuanto nos decían los abuelos buenos es verdad verdadera. Sobre todo, en lo que se refiere a negativo del ser humano. Hay días en los que uno confía muy poco en que esta especie primate, que tanto ha evolucionado, que tantos retos ha superado, que tanto ha logrado, se separe algo más de ese arquicórtex reptiliano que aún nos tiene sujetos al instinto más primitivo y animal. Éste es uno de ellos.

Si uno ve que cada pocos días un hombre asesina a una mujer sólo porque ésta no se sometió a sus dictados y no soporta la libertad ajena. Si escucha que la raza humana produce un 60 % más de lo que necesitaría para alimentar a los casi 7.500 millones del planeta, mientras más de más de 20.000 personas mueren de hambre en el mundo ¡al día! Si a un juez murciano le da por sentenciar que el hecho de que un hombre rocíe a una mujer de gasolina provisto de un mechero no implica dolo o intencionalidad de asesinato. Si se contemplan las agresivas y excluyentes palabras que varios políticos europeos escupen sobre los que huyen de las guerras que en parte promocionamos. Si se observan las lecciones de ética que unos cuantos de nuestros dirigentes más cercanos nos ofrecen a diario, bien al soslayar la corrupción en que se hayan enfangados hasta las trancas, bien haciendo de la paranoia victimista una estrategia con la que difuminar sus latrocinios. Y si, encima, uno contempla en directo cómo el más grande motorista de la historia (Valentino Rossi) tira al suelo de una patada en carrera a uno de los que tal vez le arrebate con el tiempo dicho palmarés (Marc Márquez), entonces es mejor apagar el día, meterse en cama de nuevo y anestesiarse con alguna imaginación acaso irreal, pero amnesiógena (o, como mínimo, cicatrizante).

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