- Que los criminales de más grande espectro (Vladimir Putin, Donald Trump, Xi Jinping) sean quienes gobiernen el mundo
- Constatar que para dominar el mundo hace falta ser muy criminal (o dejar que los verdaderos criminales te compren)
- Las emisoras centro-derechistas, derechistas o ultraderechistas que llevan en sus respectivos vehículos los conductores de taxi. Eso, cuando no llevan el “partido de la jornada” a todo volumen
- El desorden, en cualquier circunstancia, lugar, residencia privada o pública
- La venal facilidad con que los críticos de las secciones de cultura y los suplementos literarios hablan de “obras maestras” y “obras revelación”
- Las modas que las redes sociales expanden como el humo, la pólvora, la cizaña, y que “obligan” a sus usuarios a incurrir en lo solicitado (y comprobar el número de personas que pican)
- Que los partidos políticos se hayan convertido en empresas para dar empleo a sus afiliados y simpatizantes, donde no cuenten las ideas sino la obediencia suprema, que es lo que hace medrar
- Que en la educación se haya ido olvidado el concepto “excelencia”, y que la igualdad se realice por lo bajo, y no por lo alto
- Los programas del corazón o de cotilleo grueso, tipo Sálvame o Gran Hermano (o los que haya ahora)
- La obsolescencia programada de los aparatos electrónicos, informáticos, ofimáticos y, a este paso, hasta los puramente mecánicos
Por si se quiere consultar la entrada que precede a esta segunda parte, v. el siguiente enlace