De entre todas las criaturas creadas por Yahvéh-Dios, había una que fascinaba a Adán, aún ingenuo, aún inocente, todavía único: un dinosaurio que siempre se encontraba apartado de los demás. Un día decidió entablar contacto con él, pese a que lo retraía un tanto su descomunal tamaño. Pese a ello, el gigantesco animal no manifestó temor ni cautela por su…