HOLA. Caben pocos ejemplos de mayor economía de lenguaje, que estas dos palabras en una ventana de un colmado que había quebrado. No sería inverosímil imaginar que los dueños fueran mudos, y desearan que los clientes supieran que pese a sus deficiencias, eran amables y educados con quienes venían a mercadear con ellos. Claro que también cabe la posibilidad de…