Apartado de todo, el jinete ordena a su montura acelerar la marcha. Tras el paso corto, el trote, y luego, ya al final, un galope rápido y más prolongado. Ajeno a todas las preocupaciones de su casa, subido a una atalaya que el ser humano supo apreciar desde época inmemorial, todo se ve distinto, a otra altura, con otras dimensiones.…