LA ASOMBROSA MODERNIDAD DEL PERICH

Hace años, yo adoraba al Perich. Se trataba de un dibujante barcelonés, cuyas viñetas tenían la rara cualidad de decir (como los grandes) mucho con pocos rasgos, pocas palabras, poca cantidad. En clases de Ética y de Tutoría he trabajado muchísimo su obra. Una tarde de febrero, cuando volvía desde Asturias a León, en uno de mis habituales viajes para ver a mis padres, la radio difundió la noticia: había muerto el Perich. Sin saber por qué, se me saltaron las lágrimas mientras conducía. Hube de parar en un área cercana. Moría muy joven. Moría con la misma edad que yo acabo de cumplir hace un mes: 54. Creo que es pronto para morir; aun en 1995, que fue el año en que sucedió lo que estoy contando. Y creo, por añadidura, que es pronto para que los genios mueran. Él lo fue en lo suyo, por eso me dolió tanto su desaparición.

Hace años, yo adoraba al Perich. Hoy, he vuelto a él, porque en un artículo que estaba leyendo se le mencionaba. Al acabar, cogí uno de sus libros, y me puse a mirar sus viñetas tremendas de intuición, claridad, contundencia y coraje. Me sorprendió la modernidad de todo cuanto decía. Me chocó comprobar que si colocáramos viñetas de entonces en noticias de hoy, no habrían perdido ni un ápice de actualidad, ni un gramo de su intensa calidad. Ved, si no, este ejemplo extraído de Google imágenes -cómo no-. Y captad su extraordinaria capacidad de penetración, que llega hasta el punto de la sutileza de la coma, que da todo el sentido a la pancarta que exhibe el peticionario.

Hoy, al leer algunos datos de su biografía, he descubierto la curiosa coincidencia entre los años con que muere y los que yo tengo ahora mismo, que he vuelto a releer su obra. He aprendido además que fue el traductor de los cómics franceses de Pilote (Astérix, El teniente Blueberry y Aquiles Talón), lo que lo enaltece más aún en mis altares personales. ¡Cómo no imaginar cuanto nos privó su muerte! Hace años, yo adoraba al Perich. Hoy, le adoro más aún. ¡Cómo no añorarle!

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