SINCRONÍA (MICRORRELATO)

El fotorreportero y el francotirador conocían sus respectivas historias. No diríamos admiración. No diremos respeto. Pero recíprocamente apreciaban la fama que precedía al otro.

Durante mucho tiempo se buscaron. Pero sólo supieron uno del otro por alusiones periodísticas, indirectas. Uno, por sus acciones bélicas puntuales y quirúrgicas, de una precisión desesperante; también, por sus manifestaciones chulescas, sus provocaciones constantes. Otro, por sus fotografías, bellísimas y brutales, peligrosamente cercanas a cuanto fotografiaba; también, por las crónicas virulentas que éste vertía sobre la actitud de aquél.

Durante mucho tiempo se buscaron. Uno quería vengar tanta imagen reveladora, tanta palabra venenosa hacia su persona. El otro sólo quería añadir una imagen espectacular que rematara gráficamente sus crónicas de guerra, y que permitiera identificarlo y desactivarlo. Al fin y al cabo, militaban en bandos opuestos.

Un día se encontraron por fin, a través de sus mirillas. Casi no se lo pudieron creer, pero se sobrepusieron y dispararon al tiempo, con una sincronía exacta. Los dos hicieron blanco.

Uno de los cuerpos fue repatriado a los pocos días, con honores corporativos, refrendados con el Pulitzer del año siguiente. Al otro aún lo buscan los paramilitares rivales.

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