HABLANDO CLARO SOBRE SER ESCRITOR (MICRORRELATO)

—Seamos serios, si no escribes nada, no eres escritor.
—Claro, pero…
—No sirve quererlo, no sirve tenerlo pensado, no sirve irlo diciendo: si no escribes nada, no eres escritor, convéncete. Y aun escribiendo, habría mucho que hablar.
—¿Cómo?
—Pues que no basta con escribir. Puedes crear una redacción como la que te mandaban en el colegio. Pero eso no te convierte en un escritor. Escribir no es sólo escribir, ya me entiendes.
—Obvio, ya lo sé, pero hay algo que sí escribí, ya lo sabes.
—Sí lo sé, pero precisamente por eso te lo digo. Una primera frase (espléndida, eso sí) no te asegura ser escritor. Puede que tú te sientas escritor, pero no lo eres. Como mucho, eres un proyecto de escritor. Porque de momento, no. Siento tener que ser yo quien te diga esto, pero alguien ha de hacerlo. Aunque te recuerdo que fuiste tú quien me preguntó.
—Bueno, pero si fui capaz de escribir esa frase, podré escribir más, ¿no?
—Por poder… sí. Pero si los hechos -los hechos- no lo confirman, a ojos de los demás -y a los míos, para qué te voy a engañar- esa frase no será más que un acierto casual.
—Casualidad no fue, porque me llevó dar con ella unos cuantos días.
—Pues ahí lo tienes.
— (…)
—Quiero decir que si esa primera frase -de 18 palabras, recuerdo- te ocupó todo ese tiempo, ni en dos vidas acabas la novela. Hazme caso que de esto entiendo. Me lo preguntáis mucho.
—Ya, bueno, es que es difícil.
—Eso no se discute.
—Entonces, ¿qué discutimos?
—Discutimos sobre si eres un escritor. A mi juicio, no lo eres. No hasta que escribas. Y después, ya veríamos. Puedes leer lo que desees sobre teoría de la narrativa, apuntarte a los cursillos de escritura creativa que quieras, que si no escribes… Recuerda que ni siquiera hacías los ejercicios que te mandaban. O sea, que…
—Ya, es que eran absurdos, no tenían nada que ver con mis mundos, y no me gusta escribir sobre lo que no me estimula o siento bien dentro.
—Pues ponte a escribir sobre algo que te estimule.
—Ya, yo bien quisiera, pero es que es difícil. No me sale de forma natural. Tengo que forzarme a ello.
—Por supuesto, pero si fueras, si te sintieras de verdad escritor, harías que fuera fácil o, al menos, escribirías algo; aunque te costara, aunque te saliera mal. Al menos, lo intentarías. Pero no escribes. Y si no escribes…
—Ya, ya. Si no escribo, no soy un escritor.
—Exacto, bien entendido.
—Desde luego, Siri, es la última vez que te pregunto algo.
Del libro inédito Micrólogos

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