FRASES HECHAS (MICRORRELATO)

Como llovía a cántaros y hacía un frío que pelaba, el fiscal entró al juzgado como una sopa. Pero llegaba más contento que unas castañuelas porque el caso parecía estar chupado. Aunque lo primero que pensó del acusado fue que era más corto que las mangas de un chaleco y que tenía la cabeza a pájaros, lo cierto fue que el chiquillo había cantado como un loro, se había quedó con el personal lo que quiso y más, y acreditado poseer más cuento que Calleja; y eso que se le había pillado in fraganti y con las manos en la masa. El abogado de oficio, también tenía lo suyo en cuanto a pisarse el morro cada poco, y no paraba de echar el ojo a su móvil, tecleando cada poco como un poseso; parecía estar en la luna de Valencia, o en Babia, por lo que le dio la impresión de ser más vago que la chaqueta de un guardia, y tener más moral que el Alcoyano para ejercer su oficio. El panorama podría parecer desolador, pero el juez, que tenía más mili encima que el palo de la bandera, hizo gala de más paciencia que el santo Job, y decidió cada paso con más lentitud que desfile de cojos, pues ordenó seguir las diligencias habituales sin dejar bien claro quién tenía la sartén por el mango en la sala, cuando lo fetén ante semejante trago habría sido dar un golpe en la mesa y poner al personal en su sitio, y mostrar quién cortaba el bacalao en aquella audiencia. Aunque del dicho al hecho, ya se sabe que siempre hay gran trecho, y del deseo a la realidad, eones. Con todo, se espera que la vista vaya como un tiro, que el fiscal gane por goleada al abogado, y el acusado se entere de una vez por todas de lo que vale un peine. Por eso, una vez que a la prensa se le caiga la venda de los ojos, deje de cogérsela con papel de fumar, reivindicando esto y no lo otro, y comprenda que el caso no alberga gato encerrado, sino que la cosa se resolverá en un abrir y cerrar de ojos, todo fluirá como agua de manantial. De todos maneras, no se descarta que anhelar coherencia en estos días sea como pedir peras al olmo y que el juicio acabe como el rosario de la aurora. Fuentes de toda solvencia apuntan como posible que alucinemos todos en colorines, si la vista se convierte en la protagonista de la semana, la que dé finalmente la nota, por sobreseerse, o algo peor, como un juicio nulo que haga borrón y cuenta nueva, y todo quede al final en agua de borrajas.

Del libro inédito MIcrólogos

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