REINCIDENCIA ASEGURADA (MICRORRELATO)

Volveré a hacerlo, ya verán. A mí siempre me resulta fácil. Es mirar con atención, sonreír con dulzura, un par de gestos sutiles, y alguien se enamora sin remedio. Me sucedió toda la vida, y nunca dejó de maravillarme tal facilidad. Después de ese inicio, todo es muy sencillo. Me apropio de su voluntad. Con su consentimiento, eso sí. Nunca forcé a nadie: pueden revisar mi historial. Se enamoran, dicen. Por algo será, ¿no creen? Y no me refiero sólo al físico privilegiado que Dios me dio. Pero el caso es que para una temporada ya tengo de todo: atenciones, alojamiento, caricias, esperanza. Sé que no dura mucho, pero a mí me alcanza hasta la siguiente vez. Las rupturas son siempre suyas, de cuando comprueban que las expectativas quedaban sin cumplir. Como soy especialmente perspicaz, lo adivino unos días antes, y me preparo para el acto final. En ocasiones, me denuncian, si bien la mayoría de las veces sólo es una separación como tantas. Esta vez fue una de esas excepciones, pero es que no había visto de cerca un collar tan espléndido en mi vida (de cerca, y sin una vitrina protectora, quiero decir). Claro que lo que ocurrió después nadie pudo preverlo, y fue un encadenado de circunstancias de mala suerte en las que yo ya no pude intervenir. Se lo prometo. Aunque asumiré la pena que me impongan. Yo soy muy responsable. Pero volveré a hacerlo, se lo aseguro.

Del libro inédito Micrólogos

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