ME CUESTA ENTENDEROS, PRINCESA (MICRORRELATO)

Me habláis a menudo de vuestra mala suerte, de vuestro penoso destino, de la rebeldía de que hacéis gala y de los deseos más ocultos que lleváis albergando a lo largo de vuestra corta vida. Yo os escucho siempre, porque os debo obediencia y respeto, y hasta diría que os quiero, pero me cuesta entenderos, princesa. Al fin y al cabo, os conozco desde hace poco y vos sois la única heredera de este reino. Me cuesta entender que no os guste bordar, dibujar con hilos dorados y de colores las telas durante horas. A mí me encanta. El rato de costura que paso con vos es de lo mejor del día, si tenemos en cuenta otras muchas de mis obligaciones. Lo mismo, las clases de canto y de espineta. Lo que daría yo por que me dejaran probar algunas canciones a dúo con vos, o aprender cómo manejar mis dedos sobre el teclado y producir los sonidos que yo quisiera, cada vez una melodía distinta. Y así con todo lo demás, el protocolo, la lectura, la enseñanza… Sólo con la equitación parecéis alejar el pesar de vuestra alma, pero aun así, no os satisface del todo pues os obligan a cabalgar al modo femenino, cuando lo que desearíais es montar como vuestro padre o vuestros primos. Y, sí, me cuesta mucho entenderos, mi princesa; aunque si me lo propusiera lo lograría sin mucho esfuerzo. Pues yo también podría hablaros de mi mala suerte al nacer; de mi aciago destino de dueño en dueño tras ser separada de mi familia; del maltrato permanente y de los abusos de mi infancia; también, de mi anhelo permanente por ser alguien distinto en un lugar diferente. Aunque me temo que su alteza no entendería, con todo, mis quejas, ni por qué doy gracias a los cielos por haber logrado acceder a uno de los puestos más codiciados del reino, y formar parte de vuestro elenco de esclavas personales.

Del libro inédito Micrólogos

 

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