LEER VS. ESCRIBIR

Si bien se mira, la posibilidad de crear libros existe, pero, al margen de su calidad, la cantidad de obras que uno puede producir es más bien limitada, incluso en el caso de prolíficos insignes tipo Balzac, Lope, Canetti, Cela, Ramón, Shakespeare y otros varios. Si se observa bien la posible comparación con el número de libros que podemos leer -o releer- a lo largo de una existencia más o menos normal en su duración, unos 70 años, éstos ganan por mayoría aplastante. Podemos leer muchísimos más libros que los que podemos escribir nosotros mismos. Paradójicamente, nos obsesionamos en crear con mucho más ahínco y vehemencia de lo que pretendemos a la hora de leer. Como si leer bien fuese más fácil que escribir con buen tino. Como si escribir con calidad fuese más difícil que leer de un modo adecuado, enriquecido y enriquecedor. Y la respuesta a todo esto es que sí, que hacerlo bien escribiendo es infinitamente más complicado que tener una aceptable y buena actividad lectora. Y que por eso se lee mucho más que se escribe. Digo yo. Con lo cual llego al principio, dando un circunloquio de esos a los que estoy acostumbrado, quedándome absolutamente como estaba. Bueno, igual no, con una treintena de líneas más en mi haber. Conclusión: desde el punto de vista del conocimiento, escribir no sirve de nada. Sólo puede ser útil como terapia, como refugio, como fábrica de serenidad, como disolvente de ansiedades angustiosas.

Del diario inédito Bancal de almácigas, entrada de 5 de agosto de 1996

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