VIOLENCIA DE GÉNERO (MICRORRELATO)

Aquella noche, el mar embistió con crueldad lanzando contra la roca oleajes, arenas, maderos. Duramente golpeada por el temporal, dejó caer algún fragmento, pero con paciencia lo soportó todo. Como siempre, continuó creyendo que era bueno, manso y fiel, pero que algunas noches se volvía loco, y se rebelaba contra ella, agrediéndola hasta en lo más íntimo. Nunca ha podido averiguar por qué cada cierto tiempo se comporta así, pero eso no le impide seguir pensando en su naturaleza serena y fiable, o que poco después —al alba— él volvería tranquilo a lamer su base, dulce y sensible, a regalarle esas caricias espumosas que tanto le gustan, que tanto les unen. Como siempre, aquella noche la roca lo soportó todo, otra vez más, porque creía amarlo, en el fondo, muy profundamente.

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