UNA FRACCIÓN DE SEGUNDO (MICRORRELATO)

Cuando se encontró frente al matón, se dio cuenta de que el momento clave de su vida había llegado por fin. Era él o el otro. No hubo tiempo para presentaciones. Ambos sabían quién era el otro. No hubo palabra alguna. Todo estaba previsto con antelación. Se colocaron, pues, frente a frente en la calle, mirándose torvamente. Con un movimiento lento, pero visible, fueron apartando cada uno de los dos sus abrigos, dejando al descubierto las pistolas en sus fundas. Acercaron sus manos al arma. Una última mirada fruncida precedió al duelo. Cuando el hombre desenfundó para ir a disparar, comprobó que la pistola no tenía balas, que era de plástico, que apenas pesaba y que los del espectáculo del oeste le habían gastado una muy mala pasada con el fin de que el público se riera con gana de lo que veía. “Pero esto no era lo previsto, creo”. Todo eso le dio tiempo a pensar en el lapso de tiempo en que la bala del cuatrero rufián se introducía por su pecho y salía limpiamente por la espalda, abriendo un orificio por donde se le escapó la vida en un instante. Mientras se desplomaba, aún tuvo tiempo de descubrir, aturdido, la gran cantidad de cosas que da tiempo a pensar mientras uno muere tan rápidamente.

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