HITOS DE MI ESCALERA (45) -I-

La sensación de que podía con todo aquello de lo que me encargara, aunque me sobrepasara por tiempo excesivo, falta de aptitudes o por intentar abarcar más e lo que alcanzaban mis fuerzas, me acompañó todo mi primer curso. Así, como ya apunté, realicé una extraescolar de iniciación a la fotografía (que me procuró muy íntimas suculencias) y me encargué de coordinar el número anual de la revista del instituto (que logró récord absoluto de ventas, y generó un terremoto en el centro que a poco le cuesta el puesto al director, y que a mí me condenó al ostracismo los dos últimos meses, después de haber sido el niño bonito de aquel 1990-91). Pero el hito que marcó realmente una idea de la enseñanza y la responsabilidad tuvo que ver con el viaje de fin de estudios de los de COU. Yo, habéis adivinado bien, también me apunté a este bombardeo. ¿Cómo no iba a hacerlo? Se iban a un mix de París-Bruselas-Amsterdam, con algunas paradas en Brujas, Gante y Rotterdam.

En esto no coordiné nada. No hubiera sabido. Ya se encargaba el centro, que tenía experiencia y sobrada eficacia en tales menesteres. Pero cuando los alumnos me propusieron de profesor acompañante dije que sí. Sin dudarlo un instante. Con rapidez. Con entusiasmo. Con inconsciencia.

Luego resultó que no se apuntó ningún profesor más. Yo era el único. Y luego, además, resultó que eran pocos alumnos, y hubo de coordinarse con los que terminaban COU en otro IES, el Juan del Enzina. Total, que 48 alumnos de ambos sexos, de dos institutos diferentes, iban a ser acompañados por dos madres del APA (hoy AMPA), en la cuarentena, entusiastas, colaboradoras y decididas; la bibliotecaria del otro centro, una mujer próxima a la jubilación, gris, sin iniciativa, pero muy opositora-a-las-iniciativas-de-los-demás; y yo, como único profesor. ¡Menudo elenco!

Sería el típico viaje de muchas horas en autobús, demoledor, pero que con la juventud y las ganas de marcha asociadas al momento, se sobrellevan sin mayor problema. Con todo, yo era la persona última responsable, y la depositaria de una cantidad de dinero para “emergencias”, y de unos teléfonos a los que acudir, si sucedía “cualquier cosa”. Y yo siempre he sido una persona muy responsable. Incluso aquel año de desparrame en muchos sentidos. Claro que ser responsable no presupone inmunidad contra los desastres.

Iba a ser mi segundo viaje a París, mi ciudad preferida en aquel entonces (y aun ahora, si le añado Florencia, que conocería sólo un mes después). Mi creciente excitación es difícil de describir hoy, pero los días previos se me hicieron eternos, y en las clases me concentraba con dificultad, sobre todo al inicio de las mismas. Pero al fin, llegó el día señalado, y aquella tarde primaveral de marzo del 91, en la plaza de S. Isidoro confluimos todos para dar inicio a la excursión. Fueron a despedirnos los respectivos directores y jefes de estudios de ambos institutos, detalles que, junto con lo apuntado arriba de los dineros y lista telefónica, no he vuelto a ver en ningún centro más de los que he estado. Con las últimas indicaciones, consejos y recomendaciones, nos encaminamos hacia la Ciudad de la Luz, con bastantes pocas luces, hay que admitir. Y es que en aquellos momentos desconocía algunas de las cosas valiosas que me habrían venido bien para anticipar ciertas cuestiones que veremos en la siguiente entrega. Camino de la frontera desconocía cuántos avatares debería afrontar y que determinaría que aquel iba a ser mi primer y único Viaje de Fin de Estudios como profesor acompañante.

(Continuará muy en breve)

Pd/ Si deseas leer los anteriores Hitos de mi escalera, puedes pinchar en la categoría del mismo nombre, ahí arriba, a la derecha. O aquí

2 Comentarios

  • Emma
    Posted 9 de julio de 2021 08:17 1Likes

    Puedo imaginarte, pletórico y emocionado, subiendo a aquel autobús, sentándote en la primera fila de asientos, junto a la bibliotecaria del otro instituto (las madres se sentarían juntas), frente a la panorámica del camino, metáfora perfecta de una senda que vas a hollar por primera vez.
    No quiero anticiparme al relato, aunque me temo que, en algunos aspectos, no respondió a tus expectativas.
    Este hito tuyo me ha hecho retrotraerse a mi primer Viaje de Estudios, muchísimo más humilde que el tuyo, aunque me dio la oportunidad de conocer la Casa-Museo de Dalí.

    • Eduardo Arias Rábanos
      Posted 9 de julio de 2021 08:51 1Likes

      No te equivocas en lo de mi entusiasmo (algo inconsciente) y tampoco en que las expectativas se torcieron (lo verás en las dos siguientes entregas), aunque sí en lo de la colocación en el autobús. La bibliotecaria era una señora algo rancia para mi gusto de entonces (y muy probablemente al de ahora), y en ningún momento tuve cercanía con ella; por lo que me senté con la madre del APA de mi instituto, mucho más divertida e interesante a nivel personal, que además no habría sabido con quién sentarse, pues su hija, que iba en el viaje, no la quería cerca ni jarta’pichicola.
      Por lo que respecta a lo de Dalí, te me volviste a adelantar, como casi siempre. Yo hasta el 2003 no me llegué a las alturas de Gerona y su muy interesante patrimonio

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