¿NOS HALLAMOS ANTE EL FIN DE LA TOLERANCIA?

Aturdido por tanta invasión de noticias al respecto, tantas opiniones sobre este asunto, pensaba escribir algo sobre mi enfoque personal. Al leer esta entrevista del sabio Wiesenthal, he debido desistir de hacerlo, pues él ya lo expone del modo magistral con que nos tiene acostumbrados. Luego, hube de teclearlo, eso sí. Pero fue un placer revisitar cada palabra con los dedos, tras haberlo hecho con la mirada. Espero lo disfruten.

¿Estamos ante el fin de la tolerancia, ante un gran peligro que amenaza la libertad de expresión frente a lo políticamente correcto?

Ya estamos viviendo esa tiranía de la intolerancia, que presenta una particularidad siniestra. A menudo los fanatismos antiguos tenían  como intérpretes y secuaces a unos ilustrados dogmáticos y brutales. Pertenecían a escuelas filosóficas y academias herméticas, a prioratos despiadados y logias sectarias, a inquisiciones y bandas de sicarios que buscaban coartadas para sus pretensiones reformistas, igualitarias, revolucionarias o morales.

Hoy todo es aún mas oscuro, porque ya no disimulan su vesania salvaje y animalesca, y exhiben su ignorancia espeluznante con sadismo, soberbia y crueldad. Es una regresión animal de la especie humana, que podría preocuparnos tanto o más que la amenaza del cambio climático. A los años del terrorismo (asesinos que necesitan banderas) sucede ya la rebelión de los brutos, criminales que sólo buscan víctimas porque beben en el mismo botellón y gozan en manada.

La tolerancia -como todo progreso  moral- surge de una actitud individual. El progreso sólo nos viene a través de las mujeres y hombres que trabajan: servidores de cualquier  tarea social, operarios  y técnicos, artesanos, comerciantes honrados, maestros, artistas, sabios o santos. Cada ser humano  que trabaja es diferente a cada compañero que comparte  la tarea, y necesitan organizarse en jerarquías, en órdenes, y en especialidades.  Observe que los vagos son los únicos que son iguales a los otros vagos. Por eso este tiempo que odia la «diferencia» no puede crear más que represión y censura. Sin diferencias -comprenderá que no me refiero a injusticias o arbitrariedades- no puede haber libertad. Todas las revoluciones de los siglos XX y XXI han proclamado  el colectivismo, han cometido crímenes  horribles para establecer sus pretendidos paraísos, y han menospreciado nuestro «compromiso social». El racismo, los fascismos, el comunismo, la homofobia, el populismo y el nacionalismo  se fundamentan en el odio a las diferencias. Eso ya lo diagnosticó Freud cuando dijo que el racismo no tiene otro fundamento que el «miedo» que ciertos ignorantes -una vez más los brutos vestidos de doctores- sienten hacia todo el que es distinto, por su físico, por su educación, por su fortuna, por sus ideas o por sus creencias.

Entrevista de Toni Montesinos a Mauricio Wiesenthal, en Qué leer, octubre de 2021

 

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