EXTRAORDINARIO, PERO COMÚN, INSIGNIFICANTE

Sorprende a diario una de las paradojas de la vida. Por un lado, nada es más importante que uno mismo para sí mismo. Por otro, al universo le importamos una higa cada uno de los “cada uno” que puedan pensarse con cierta seriedad. Nos creemos seres singulares -y con seguridad lo somos- a la vez que para el mundo somos por completo repetidos, insignificantes, prescindibles. “Infinito para sí mismo, cero para el todo social. Genios irrepetibles a la vez que uno más del montón. Con dignidad, pero también con precio” (Javier Lomá Lanzón, Babelia, 14-II-2012)

Deja un comentario